Ubicación
geográfica
Un “cuasi”
triángulo comprendido entre Gaona, De la Guitarra y el cauce del Reconquista.
El suelo ondulado desciende desde una considerable barranca hacia el río, pero
la construcción de la autopista ha fracturado ese relieve natural. Su punto
emblemático fue constituido desde el
siglo 18 por la silueta inconfundible del Puente de Márquez, un hito histórico
del cual no han dejado rastros, ni siquiera un monolito recordatorio, a pesar
de las promesas.
La zona
tiene una excelente forestación y es residencial, no obstante el impacto
negativo de un emprendimiento comercial sobre Gaona que afea notablemente el
lugar con una arquitectura y una cartelería muy antiestéticas que no respetan
el estilo del barrio ni la condición de zona ecológicamente protegida.
La posesión
de las tierras
Los planos
de que se dispone nos van dando idea de los sucesivos propietarios.
1839: Dos
franjas de 400 y 435 varas respectivamente (entre 335 y 365 m) se registran a
nombre de Luis Pellón, arrendatario del puente. En la franja siguiente, de 600
varas figura Celestino Manrique. Esos 1200 m de ancho son lo que corresponde al
barrio. Más tarde las tierras de Pellón pasan a la familia Buteler, en 1912 a
César Antonio Leloir, que ese mismo año las traspasó a su cuñado Guillermo
Udaondo. Este las vendería luego a Mauricio Braun. La posesión de Manrique pasó
a su pariente Luciano Alvarado y sus posteriores herederos. Cuando en 1906 se
inaugura una escuela Láinez (que la Nación establecía en sitios rurales) la
fracción ya estaba en poder de Juan Devoto y entre 1940 y 1941 pasó a David
Cauchaner. Según puede apreciarse en algunas escrituras de actuales propietarios
en 1944 enajenó una parte: 53 has al Ing. Curt Schenström. Retuvo unas 30 entre
Tabaré y el río.
Una familia
pionera: los Traverso
En los
primeros años de la década de 1870, dos inmigrantes italianos, Pedro y Luis
Traverso, se establecieron como arrendatarios para explotar un tambo y cultivar
paja de Guinea. El campo estaba ubicado entre Gaona, “el callejón” (así se la
llamaba a De la Guitarra, continuación de Brandsen) y el río.
Pedro
Traverso se casó con María Solari y allí se desarrolló su familia. Su hijo
Santiago (nacido 1874) con los años se estableció con tambo también sobre Gaona
pero a unos doscientos metros del vértice con “el callejón”.
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Santiago Traverso, nacido en 1874 en Puente Márquez |
De su
matrimonio con Margarita Beltrame, siete hijos vieron la luz en “Puente Márquez”:
cuatro mujeres y tres varones. Uno falleció trágicamente, otro no tuvo
descendencia. Solo Alberto (nacido en 1915) continuó con el tambo hasta
comienzos de la década de 1940; luego se trasladó a Ituzaingó. Sus tres hijos,
Alberto Santiago, Ernesto Jorge y Juan José son reconocidos comerciantes
locales y han constituido sus familias en Ituzaingó; son exponentes de una
laboriosa familia con más de 130 años en el distrito.
“Nací en
1925 en la Escuela 13, dentro del campo que los Traverso arrendaban a Devoto.
Por los fondos estaba pegada a Traverso, pero por el frente tenía salida al
callejón, a unos doscientos metros de Gaona. Sobre Gaona estaba don Santiago
con el tambo. Sus hijos Alberto y Santiaguito llevaban la leche al pueblo. En
el mismo campo, pero en dirección al río, estaban los hermanos Luis y Pedro que
se dedicaban al cultivo de la paja de Guinea. A unos cincuenta metros de Gaona
y De la Guitarra, siempre dentro del campo de Devoto estaba la casa de don
Hilario Rodríguez”. (Horacio Basterretche).
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Santiago (hijo) fallecido prematuramente en un accidente ferroviario. |
“En la
década de 1910, siendo un niño llevaba el pan a los Traverso que arrendaban el
campo de Devoto en Puente Márquez. La entrada era una tranquera sobre Gaona.
Avanzaba unos doscientos metros entre dos hileras de casuarinas hasta la casa
que era de ladrillos,. Igual que la de la Escuela 13, junto al campo. Más cerca
del río estaba la de Pedro y Luis Traverso. En el triángulo que se forma con
Gaona y De la Guitarra estaba el rancho de don Hilario Rodríguez y muy próxima
al río con salida al callejón, el rancho de don Luis Leonardo”. (Carlos Terradas).
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El tambo en 1934. Elvira y Ma. Isabel, dos de las hijas menores de Don Santiago. (fotos gentileza Museo Goyaud). |
Estos
testimonios fueron obtenidos por Rolando Goyaud y publicados en el artículo “Familias
tradicionales de Ituzaingó” y en la obra “Ituzaingó, al oeste de Buenos Aires”
(en conjunto con el profesor Ricardo Castillo).
La escuela
13 a la que se refiere H. Basterretche es la que hemos mencionado como Láinez,
ya que al pasar a la jurisdicción provincial, tomó ese número dentro del
distrito de Morón.
Recordemos
que por esa época toda el área era llamada Puente de Márquez. Barrio El Jagüel
se ha popularizado solo en tiempos recientes.
La
urbanización
Mi padre,
Curt Schenström era ingeniero civil, un pionero de las filiales de la industria
sueca en nuestro país. Fue presidente de los directorios de Ericsson, S.K.F.,
A.F.A. y otras empresas como ASEA y ALFA LAVAL”. (testimonio del Ing. Jorge
Schenström).
Había
llegado a la Argentina en 1913, luego de una estadía en Perú estudiando la
posibilidad de un ferrocarril transamazónico. Después pasó a Bolivia, en La Paz
contrajo matrimonio, e inmediatamente vino a Buenos Aires.
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Portada del folleto de venta de la urbanización |
Después de
comprar los terrenos mencionados, construyó su residencia en el predio que hoy
ocupa el barrio cerrado (4 has); el resto fue subdividido creando la
urbanización que denominó Barrio Parque El Jagüel. La mensura y los planos correspondientes
fueron realizados por su hijo Jorge. El diseño de la parquización y la
forestación fueron obra de uno de los más renombrados paisajistas de la época,
el Ing. Benito Carrasco, una de cuyas obras más conocidas es el Jockey Club de
San Isidro.
Se plantaron casi 7000 árboles, magnolias, tilos, cedros, palmeras, alcanfor, aromos, cipreses y otros, que fueron esmeradamente cuidados mediante el riego con carros aguateros y peones encargados de combatir hormigas durante varios años. Ese es el origen de la magnífica arboleda existente.
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El hijo del Ing. Curt Schenström, el joven Jorge, también ingeniero en la forestación, junto a un alcanfor (1945) |
Se plantaron casi 7000 árboles, magnolias, tilos, cedros, palmeras, alcanfor, aromos, cipreses y otros, que fueron esmeradamente cuidados mediante el riego con carros aguateros y peones encargados de combatir hormigas durante varios años. Ese es el origen de la magnífica arboleda existente.
“Cuando
compramos había un ranchito, un cuadro de unos pocos paraísos y un jagüel
derruido. Se demolió el ranchito y se construyó una amplia casa de ladrillo
vista, que usábamos antes de edificar la residencia principal”. (testimonio de
Jorge Schenström).
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La primera construcción |
Luego
construyeron la mansión, que aún existe, con una dilatada vista hacia la
piscina, obra de los arquitectos Fortín y Jalub. Los vestuarios eran
subterráneos, y tenían un ojo de buey por donde se podían tomar filmes subacuáticos;
la pileta tenía iluminación nocturna que permitía su uso de noche… (Esto en los
años 45 y 46).
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Plano de la subdivisión (gentileza J. Schenström) |
La
urbanización constaba de 11 manzanas fraccionadas en 155 quintas cuya
superficie oscilaba entre 950 y 1500 m2. En general. El rayado es lo que retuvo
el Ing. Schenström y las parcelas sin sombrear quedaban en reserva o ya estaban
vendidas. Las condiciones de venta contemplaban 10% seña, 2% comisión, 10% al
escriturar (dentro de los 60 días), el 80% restante en 8 cuotas semestrales de
10% c/u, con garantía hipotecaria y 5% de interés.
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La casa principal, hoy en el barrio cerrado. |
La posesión
era inmediata y las escrituras las realizaba Jorge Picasso Cazón. La primera
venta se efectuó el 9 de octubre de 1949.
“Siempre
hemos venido, nunca dejamos de estar. Como mi madre murió joven durante un
viaje a Europa, mi esposa se hizo cargo de la casa principal además de la
nuestra. Mi papá falleció en 1971 con casi 89 años y nunca fue viejo. Ya había
repartido terrenos entre sus tres hijos… Uno de mis hermanos murió en un
accidente en Bolivia; el menor y yo seguimos teniendo nuestra casa aquí”.
(Jorge Schenström).
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Otras vistas del predio. (Folleto y fotos gentileza Jorge Schenström) |
“El casco
de El Jagüel se vendió en 1991 y se escrituró en el 92, adquirido por un grupo
ruso-argentino. Algo más tarde se construyó el barrio cerrado” (Lola Torres
Astigueta de Schenström).
Respecto
del acceso, rememora Don Jorge:
“Cuando
veníamos, al llegar a Gaona por Villa León, si había llovido nos esperaba un
peón con un caballo. Se formaba un barro gredoso, y el caballo tiraba del auto.
Esto sucedió durante más de 25 años, casi hasta el 80. ¡Tardó tanto en
habilitarse el Acceso Oeste…!
En 1960
terminó de construir su “choza Loreta”, sencillísima y confortable. Sigue
disfrutando allí del verde y los pájaros, a sus 85 años, junto a su esposa
Lola. Nos muestra con jovial entusiasmo sus árboles, en especial las soberbias
magnolias, los tilos majestuosos y los catorce robles, así como el alto
alcanfor que puede verse recién plantado en una de las fotos.
Las calles
de la urbanización tuvieron originalmente nombres de aves. Hubiese sido
magnífico conservarlos cuando se hizo el cambio de nomenclatura de Udaondo.
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La actual vivienda de Jorge Schenström y Sra. (foto Julián Núñez, 2000). |
Eran estos:
De los Horneros, Tabaré; Los Faisanes, La Araucana; Las Perdices, Del Tiento;
Los Caburés, De las Tacuaras; Los Chingos, Ercilla; Los Teros, De las
Boleadoras; Las Torcazas y Los Picaflores, Antonio Caggiano; Los Zorzales,
Gómez Carrillo; Las Calandrias y Los Tordos, Felipe Boero; De la Guitarra era
Brandsen, Murature era Ratti y Gaona, D. F. Sarmiento.
La escuela
José Hernández, ex 13 y actual 2 es uno de los establecimientos más antiguos de
Ituzaingó. Tuvo su primer emplazamiento en lo que luego sería El Jagüel como
escuela Láinez, rural dependiente de la Nación. Al respecto leemos en la obra “Ituzaingó
al Oeste de Buenos Aires”, pág. 147: “…funcionó inicialmente en una propiedad
de Juan Devoto, ene la zona de Puente Márquez, en Gaona y De la Guitarra, a 42
cuadras de la estación. Fue inaugurada con la asistencia de 30 alumnos, el 23
de junio de 1906, con dos aulas y casa para el casero. En 1935 fue trasladada a
Villa Ariza”.
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Vista de la calle Gómez Carrillo, hacia el río, tras el matorral ribereño. Hoy son los campos que usa el Club Vélez. Foto tomada a comienzos de la década del 60 (gentileza flia. Sánchez) |
En nuestra
búsqueda de testimonios entre los antiguos vecinos que fueron poblando los
barrios de Udaondo, nos encontramos con gente que nos recibe afectuosamente en
su casa para ir desgranando los recuerdos de una vida, que forzosamente debemos
sintetizar periodísticamente.
Tal es el
caso de la familia Sánchez que contactamos por medio de Mirta, profesora de
historia. Su padre Héctor, llegó con su esposa desde Catamarca para radicarse
en forma permanente en 1960.
Aquí
formaron su familia, y vieron evolucionar el barrio a través de más de 40 años.
Nos cuentan que por mucho tiempo el lugar fue eminentemente rural, los pocos
habitantes tenían como medio de subsistencia la cría de animales, la venta de
leche y el cultivo de verduras en pequeñas huertas. Surgen los nombres de don
José Vergara, el portugués Manuel Rodrígues, la familia Grau, los Popp, los
Abaca. Los lugares de aprovisionamiento eran Villa León y las proximidades de
Puente Roca, por Martín Fierro. Cuando llovía era difícil salir, la calle que
estaba en mejores condiciones era Boero. Para tomar un colectivo había que
caminar hasta Gaona y Brandsen.
“Los
animales se criaban sueltos y bebían en el río. Yo me iba a Catamarca y dejaba
mis gallinas sueltas por acá, cuando venía estaban todas, nunca me faltó
ninguna”. (Sra. De Sánchez).
“La costa
del río era algo peligrosa, había muchas raíces y pozos en la barranca. El
loteo próximo al río originó un barrio que se inundó todo con la creciente del
66 o 67. Después desapareció. Ahora todo eso lo tiene el Club Vélez”. (Héctor
Sánchez).
“Donde está
el monte de eucaliptos había una lagunita, que constituía nuestro paseo
preferido. Era muy lindo, nos encantaba ir allí cuando chicas…” (Mirta
Sánchez).
Se refiere
al monte que está en el predio del club, contra el Camino del Buen Ayre y De la
Guitarra.
Postales de
un tiempo que fue. Otra memoria que atesoran fue la presencia, en el otro
extremo de la manzana en que viven, de un prestigioso personaje de la cultura
argentina: Don Félix Luna. Allá por el año 67 tenía una casa donde pasaban las
fiestas, el verano…
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El conocido historiador y perioodista Félix Luna (foto Julián Núñez, 1999) |
Las chicas
jugaban juntas y no olvidan los juguetes y golosinas que para Navidad repartía
la esposa de Luna. Al respecto tenemos el testimonio del popular historiador: “Compré
la casa a un señor alemán cuyo apellido no logro recordar, han pasado tantos
años… Ibamos en verano, pasábamos las fiestas. Como nos robaron varias veces,
no la tuvimos mucho tiempo. Creo que después del 70 la vendimos. Yo ya tenía
mis hijas, Florencia, Felicitas y María”. (Félix Luna). Está ubicada sobre
Felipe Boero, frente a la plaza José Hernández.
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Estado actual del chalet que fue de Félix Luna (foto Julián Núñez, 2000). |
Puente
Márquez
Ahora nos
referiremos al pequeño sector más cercano al Puente Márquez comprendido entre
Gaona, Murature y la Autopista del Buen Ayre, que no formó parte de la
urbanización de 1949, pues ya se encontraba subdividido y trazadas sus calles
para ese entonces.
Aproximadamente
por la calle De las Boleadoras corría el borde de una barranca, extendiéndose
luego el bajo hasta el río. Estas tierras formaban un todo con el sector al sur
de Gaona y pasaron por diversos propietarios. Se subdividieron antes de 1940.
Las calles
que lo conforman tienen las siguientes denominaciones: Del Tejar, Méndez, Romero
y Groveto (paralelas a Gaona); las que forman intersección son: Las Tacuaras,
Ercilla, Segundo Sombra, De las Boleadoras, Del Pangaré, Tabaré y Ascasubi. Con
el llamado cinturón ecológico, desaparecieron: Del Cencerro, 12 de Octubre, Del
Tejar, De la Pulpería y Del Sobrepuesto. Más de la mitad de la superficie fue
ocupada por el CEAMSE y la autopista.
Un proyecto
irrealizado: el balneario
Si bien de
hecho el lugar siempre fue utilizado para el baño y el esparcimiento, al igual
que el Puente Roca, hubo en dos oportunidades proyectos elaborados para darle
envergadura urbanística al lugar. Con respecto a lo ocurrido en la década del
30, nos parece oportuno incorporar un trabajo realizado por el prof. Ricardo
Castillo sobre el tema.
El auge que
alcanzó la zona del río Las Conchas en las inmediaciones del Puente Márquez
como centro de recreación mereció que un grupo de vecinos de Ituzaingó
gestionara ante las autoridades provinciales la construcción de un balneario.
Podemos
leer en el periódico La Tribuna, del 15 de febrero de 1937: “una delegación de
la unión de comerciantes, propietarios y comerciantes de Ituzaingó que integran
los señores Juan Mighetti, Julio Protto y Raúl Goyaud, concurren día 4 del
actual a La Plata, al despacho del Gobernador de la Provincia, para hacerle
entrega de un memorial en el que se gestiona la construcción de un balneario en
Puente Márquez”.
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Hermosa vista del río tomada desde el centro del puente. No tiene fecha (gentileza Norma H. de Jurado). |
El cronista
relata que la entrevista fue cordial, demostrando el Gobernador “vivísimo interés”
por la obra. Finaliza destacando el impulso que tendrá para los pueblos de la
zona oeste, contar con un propio balneario y afirmando que “…las autoridades no
han de desengañar al pueblo que reclama esa obra magna y sencilla”.
Pero la
realidad fue otra, y el rotundo título de “El balneario de Puente Márquez será
una realidad”, del artículo extractado, dio paso dos años después al lapidario “Ha
sido abandonado el Proyecto Balneario de Puente Márquez” que encabeza una nota
del mismo periódico con fecha 15 de octubre de 1939. Veamos. “El Proyecto
Balneario de Puente Márquez se ha ahogado… con la decisión de las autoridades
(provinciales) que permiten que esta zona siga careciendo de playas de baños
durante la época calurosa, y mucho menos existiendo el privilegio de un río
caudaloso que cruza a poca distancia del centro del poblado; que conecta con
caminos excelentes, casi totalmente pavimentados… el costo de la obra, que se había
fijado en 400.000 pesos, no implicaba un problema tan grave como para excluir
las soluciones…”
Finaliza el
artículo lamentándose que el proyecto del balneario local terminase en la lista
de las cosas abandonadas.
A pesar del
olvido de las autoridades, el lugar continuaba con un ritmo de afluencia de
público por demás importante, poniendo en evidencia las dificultades en el
transporte de los pasajeros.
Tal el
caso, simpático a la distancia, que ocasionó extraordinaria confusión un
domingo de febrero de 1936 en el pueblo de Ituzaingó. En dicha oportunidad, la
Unión del Personal Tranviario organizó una excursión para los asociados y sus
familias al tan afamado balneario, sin prever cómo transportar, a las casi mil personas
que asistieron entre la estación del ferrocarril y el río. Este trayecto era
realizado por tan solo un coche de la línea de colectivo local, por lo que no
pudieron conformar a tantos requerimientos.
Todo ello
se derivó, como testimonian crónicas de la época y la memoria de algunos
vecinos, en el insólito panorama de cientos de personas deambulando sin rumbo,
improvisando pic-nics en las plazas y calles del pueblo y desesperados padres
procurando transporte para sus fastidiadas familias.
Dos rutas permitían
llegar con facilidad al balneario. Una era la calle Brandsen que pavimentada en
1934, unía al pueblo y la estación Ituzaingó con el camino de Gaona a tan solo
2 km. del río, y la misma calle Gaona que conectaba con Morón, Haedo y Buenos
Aires. Esta última mereció atención en el periodismo local de la década de 1930
rescatando dos artículos del periódico La Tribuna.
Con el
título “Será pavimentado el camino de Ituzaingó a Puente Márquez” del 25 de
noviembre de 1935 se señalaba: “… una comisión de personal técnico hállase
ocupado en realizar diversos trabajos relacionados con la fijación de niveles y
confección de planos del tramo de la calle Gaona, comprendido entre Haedo y
Puente Márquez”.
“Pavimentada
la calle Gaona de hecho quedaría unida al pavimento de la calle Brandsen,
recientemente realizado y por consiguiente unido Ituzaingó con Puente Márquez”.
Sabido es
que la referida pavimentación demoró algunas décadas para concretarse, pero la
preocupación por el camino no se agotaba ahí, sino que contemplaba de parte del
periodismo moronense, la plantación de árboles en el camino de acceso al río.
En el ejemplar del 25 de setiembre de 1939 leemos: “nos referimos a la calle
Brandsen camijno a Puente Márquez, pavimentada en toda su extensión, que se
aproxima a cuarenta cuadras. En la época de verano esta calle es recorrida por
numerosos autos y jinetes que acuden al pintoresco recreo de Puente Márquez…”
“Constituirá,
pues, una acertada obra la de disponer el arbolado de la mencionada calle
Brandsen en toda su extensión…”
Respecto de
las actividades desarrolladas en el mismo recreo, es de destacar que el lugar
era frecuentado por numerosas instituciones de la zona para sus reuniones de
camaradería, y también para la práctica deportiva. Una figura descollante del
deporte local, Gorki Grana, precisamente utilizaba el río Las Conchas para su
entrenamiento en una de sus especialidades, la natación.
Pero un
hecho destacado y singular tendrá lugar en 1935 cuando el joven Eduardo Vadell
prepara y realiza un raid para unir Puente Márquez con la ciudad de Carmelo, en
el Uruguay, en una canoa de su fabricación.
A través de
los ríos Las Conchas, Luján, Sarmiento, Capitán, Paraná de las Palmas, llegará
a las costas del vecino país en un tiempo previsto de siete días.
“Para
llevar a efecto esa prueba el joven Vadell utilizará la canoa Edio que él mismo
ha construido con débiles maderas. Mide la embarcación menos de cuatro metros y
su ancho sesenta centímetros”.
Continúa la
crónica diciendo: “Vadell irá absolutamente solo, convirtiéndose en un nuevo
navegante solitario…” y que “…nos ha expresado que al llegar a la costa del
Uruguay enviará un mensaje a este periódico sobre su llegada…”
Finaliza
destacando que ese sábado 3 de noviembre, numerosas familias “han prometido
concurrir a las 14.30 hs. a Puente Márquez y asistir al paso de la canoa Edio y
tributar un aplauso al emprendedor deportista”.
Pero el río
no solo resultaba atractivo como lugar de esparcimiento, sino como asentamiento
para inversionistas extranjeros.
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Vista del río en el recreo de Jurado, junto al Puente Márquez. Esta fue la estructura de madera que perduró hasta 1929. (gentileza de Norma Haro de Jurado). |
También el
15 de abril de 1940 La Tribuna convulsiona al tranquilo pueblo de Ituzaingó
desde sus páginas con el título: “Se estudia la creación de una gran fábrica en
Puente Márquez”.
Efectivamente
nos informa el periódico moronense: “han visitado esta localidad cumpliendo una
misión de estudio sobre el terreno, una comisión de técnicos belgas y franceses
que en representación de una importante firma consideran las posibilidades de
instalar en ésta, un establecimiento industrial que explotará la producción en
vasta escala de casimires”.
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El recreo de Jurado. No tiene fecha (gentileza Norma H. de Jurado). |
La firma en
cuestión, cuyo nombre no trascendió, pero sí que la casa matriz se encontraba
en Lieja, preveía dar ocupación a más de 300 personas y la construcción de
viviendas estaban incluidas en la inversión de cinco millones de francos que
estaban dispuestos a realizar.
Pero tan
ambicioso proyecto junto al río Reconquista no logró cristalizarse, sea tal vez
porque el mentado informe técnico no resultó favorable o quizás por las
vicisitudes de la guerra que por entonces asolaba a Europa.
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El colectivo 6. (gentileza N. H. de Jurado). |
El segundo
propósito de balneario data del Gobierno de Albistur Villegas (1948-1955) y
tampoco pudo concretarse, constituyendo una gran frustración para el
progresista intendente, según sus propias palabras.
Antiguos
vecinos
“La familia
Popp fue una de las primeras en asentarse en Puente Márquez y aún se encuentran
muchos descendientes fieles al lugar. El origen de mis ancestros es Rusia. Los
Popp llegaron al país a instalarse en Carhué, en la Colonia “Rusos blancos del
Volga”. Allí nació mi abuelo Juan. Ya mozo, contrajo enlace con Lucía Stip,
matrimonio del que nacieron nueve hijos. Más tarde se trasladaron a Bolívar;
algunos de estos hijos vinieron a Moreno; mi abuelo se radicó en Puente Márquez
y con el tiempo lo siguieron otros hijos.
“Desde 1950
o 1951 funcionaba una fundición que daba empleo a unas 8 o 10 personas entre
las que estaba mi abuelo. Pertenecía a Garnica y Lito Bermúdez y estaba ubicada
en Gaona y Tabaré. Allí cerca estaba el almacén “La Cuña” de Valeriano González
y Lucía Popp, en Tabaré y Méndez. Por el año 1963 funcionó también un taller
que fabricaba medias; ahí trabajaban las mujeres del lugar, entre ellas las
Popp y esposas de los Popp”. (Testimonios de Juan Carlos Popp).
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Juan Popp y Lucía Stip. (gentileza J. C. Popp) |
Otros
afincados eran Ramón Fernández, que tenía tambo, almacén de campo y boliche muy
cerca de Gaona; la familia Arrostito, conocida por la “montonera” Norma; los
Giménez que tenían fábrica de baldosones en la calle Brandsen. Nombres que
surgen de los recuerdos de Marta Noemí Bavera, que llegó a Puente Márquez
siendo una niña. Rememora la lujosa quinta que estaba al lado de lo que hoy es
el Camping de los Almaceneros (más o menos en Méndez y Ercilla), cuyos faisanes
dorados paseándose en el jardín constituyen un recuerdo imborrable de la
infancia.
“Cuando
corríamos por esas calles –que se conocían por número y no por nombre- era todo
campo; salían de los pastizales perdices y liebres. Había muchísimos pájaros.
Yo iba a la escuela 28, estatal, en Villa León, que funcionaba en lo que había
sido la caballeriza de la viuda de Agustín León. Llegábamos hasta allá con un “charré”
en el que nos transportaba Doña Teresa, una señora muy gorda. Naumic era el
apellido, vivía a la vuelta de mi casa. Los chicos tratábamos siempre de
acomodarnos detrás de ella para atajarnos del viento frío durante el viaje”.
“Otros
vecinos que tenían quintas eran Alonso –que cultivaba hermosas y variadas
magnolias- y Laino, cuya propiedad aún existe al otro extremo del hotel Le
Village. En la calle Tabaré había una fundición donde muchos vecinos trabajaban
como operarios”. (testimonios de Marta Noemí Bavera).
Efectivamente
en el plano de la urbanización de El Jagüel se pueden apreciar los números que
llevaban las calles, al menos algunas: Tabaré era la 2, Romero la 6, De las
Boleadoras la 3, Ercilla la 4, Méndez la 7, Las Tacuaras la 5.
Actividades
Sociales
Sigue
contándonos Marta Bavera:
“Acá
enfrente (se refiere a Las Boleadoras y Méndez) estaba el “campo de las
margaritas” un italiano casado con una japonesa cultivaban esa especie para la
venta, al igual que los cardos. Al lado había unas casitas donde vivían unos
artistas de varieté que trabajaban en “El Tronío”, Abrojo, Pampita y Marín;
también Charola, que actuó en TV con Olmedo. Se había formado un Club –no recuerdo
la fecha- Artistas Unidos de Puente Márquez que estaba cerca del río; allí
hacían funciones. Cuando vino el CEAMSE, eso desapareció”.
Otra
antigua vecina, Nelly Lavallén, recogió más datos de dicho club de boca del Sr.
Jorge Rodríguez, hijo de uno de los socios don Alfredo Rodríguez.
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Afiche del Club (gentileza Jorge Rodríguez) |
El Club
Artistas Unidos de Puente Márquez, se inauguró en 1953. Por la década del 60
contó con un equipo de football cuyo técnico era el tesorero Rodolfo González,
usaban camisetas negras y blancas, que eran los colores del Club de Polo Los
Pingüinos, que se las habían donado.
El Club dejó de funcionar en 1967, por el derrumbe de la sede, muy deteriorada por la gran inundación del 66; cuando son expropiados los terrenos para el Camino del Buen Ayre y se produce el pago, la Asamblea que recibe los fondos devuelve un préstamo recibido de un socio y hace la cesión de lo restante a la cooperadora de la Escuela 28 de Villa León, que era a la cual concurrían los chicos de Puente Márquez.
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Equipo de fútbol del Club, años 60 (gentileza J. Rodríguez) |
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Carnet del socio Alfredo Rodríguez (1954) Gentileza: Jorge Rodríguez |
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Socios y vecinos del Club. No tiene fecha (gentileza N. H. de Jurado). |
El Club dejó de funcionar en 1967, por el derrumbe de la sede, muy deteriorada por la gran inundación del 66; cuando son expropiados los terrenos para el Camino del Buen Ayre y se produce el pago, la Asamblea que recibe los fondos devuelve un préstamo recibido de un socio y hace la cesión de lo restante a la cooperadora de la Escuela 28 de Villa León, que era a la cual concurrían los chicos de Puente Márquez.
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Programa de una fiesta del Club (gentileza Jorge Rodríguez) |
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Acta Asamblea de disolución del Club (gentileza Nelly Lavallén). |
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Recepción de bienes por parte de la institución beneficiaria (gentileza Nelly Lavallén) |
Tiempos
recientes
A fines de
la década del 70 ya el sector se redujo (por la construcción de la autopista) a
una docena de manzanas y se fue integrando a la urbanización de El Jagüel, si
bien sus viejos habitantes reivindican su denominación de Puente Márquez.
A mediados
de los 90 se instaló un cementerio parque privado sobre la Colectora de Gaona,
y luego el hipermercado que ya hemos mencionado. La resistencia del vecindario
a tales emprendimientos no alcanzó para evitar su instalación. Como el resto de
Villa Udaondo, el crecimiento se aceleró vertiginosamente luego de la
pavimentación de Gaona y la construcción del Camino del Buen Ayre.
En el año
2000 los concesionarios de la autopista derriban el Puente, sin escuchar
reclamos relacionados con el sitio histórico.
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La Virgen de Luján, emplazada a la vera de la autopista, en Puente Márquez. Versión libre realizada por Danilo Bambú. |
Instituciones
La
Asociación Civil El Jagüel nació en 1994 y desde entonces trabaja incansablemente
por el mejoramiento de la zona. Participa del Foro de Instituciones Intermedias
del Oeste, del Foro de la Seguridad y de toda actividad relacionada con el bien
común. Destacados vecinos han presidido la Asociación: Ricardo Demonte, Ricardo
Vallarino (no el político), Alberto Di Giuli, Gustavo Verta, Estela Guerrero.
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Vistas del Parque y del Campo de deportes de Vélez Sársfield (fotos: Julián Núñez, 2000) |
En los dos
años en que se realizó la elección de Miss Udaondo, las representantes de la
institución fueron 1ª. Princesa (1999) y luego Reina (2000), respectivamente.
Club
Atlético Vélez Sársfield: La Villa Olímpica. Las 18 has. Concesionadas al
CEAMSE se encuentran entre autopista Buen Ayre, De la Guitarra y Ascasubi y
fueron cedidas por la empresa al club para el uso deportivo y recreativo de
socios y planteles. Como contraprestación, Vélez tiene bajo su cuidado el
mantenimiento de las 14 has. Del Parque Las Malvinas, que costea el camino del
Buen Ayre hasta Martín Fierro. En total, el club relleno, niveló y parquizó
unas 11 has., ya que el área era muy baja, despareja e inundable años atrás.
Hoy tanto la Villa Olímpica como el Parque, constituyen valiosos espacios
verdes del Partido de Ituzaingó (Los números que consignamos fueron facilitados
por la dirección de prensa del Club Vélez Sarsfield).
Agradecimientos:
Rolando Goyaud, Jorge Schenström y Sra., Héctor Sánchez y flia., don Félix
Luna, Ricardo Castillo, Estela Guerrero, Juan Carlos Popp, Marta N. Bavera,
Nelly Lavallén, Jorge Rodríguez, Norma Haro de Jurado, E. Beckerman (prensa del
Club Vélez).