La presente obra -en papel ilustración e impresa en colores- fue editada en el año 2005

5.1 Puente Roca


Ubicación geográfica

Situado sobre el Río de la Reconquista y Martín Fierro (ex Julio A. Roca, de allí su nombre), permite trasponer el límite con el partido de Moreno, que es precisamente dicho curso fluvial. Por la costa se encuentra unos 3 kms. 

Vista del Puente Roca: a la izquierda el nuevo carril en construcción, en primer plano el monolito que marcaba el límite del partido de Morón.

El monolito en detalle: con el escudo del partido, en cuyo centro campea la imagen de nuestra Sra. del Buen Viaje (fotos: Ricardo Castillo, 1999).


Al norte del Puente de Márquez.  La vieja estructura de cemento, igual a algunas que se conservan en el Tigre, fue demolida (sin necesidad a nuestro entender) en el año 2000 y tenía una placa de bronce con la fecha de construcción por Vialidad Nacional: 1937. Antes hubo un puente de madera.


La placa de bronce con la fecha de construcción del puente.


La población que a partir del año 40 se fue radicando en la zona se asentó a ambos lados de una calle de tierra que concluía en el puente y cuyo posterior prolongación se convirtió en el eje poblacional de Castelar hacia el oeste, hasta la intersección con el camino Moreno – San Miguel: el punto conocido como “Cruce Castelar”. El límite este del barrio Puente Roca era aproximadamente la actual calle Segundo Sombra.

Antiguos ocupantes de campos
Desde el plano más antiguo (1813), ubicado por el Dr. Villegas, van apareciendo los apellidos de los primitivos ocupantes. En esa primera carta solo hay indicada una casa, la de Manuel Torrilla, sobre una barranca y no muy cerca del río. En un mapa completo de 1839 puede apreciarse la posesión de Celestino Manrique, tierras que luego pasan a su pariente Luciano Alvarado, del lado sur de Martín Fierro. Los campos del lado norte, donde se veía “Pedro Torrilla” y “Pedro Manrique” aparecen en el plano de Sourdeaux de 1868 como chacras fiscales a la venta, en tanto que los del lado sur figuran como “herederos de Manrique”. Según los datos relevados por el Dr. Villegas, en 1901 la tierra del lado norte fue adquirida por Pedro Alberto Leloir, que estableció allí el Haras Myriam, lo cual hizo que permaneciera indivisa hasta 1948. César Antonio Leloir también compró una fracción del lado opuesto, que sería vendida después de su fallecimiento en 1939.

Desarrollo general del área
El poblamiento comenzó alrededor de 1941 con los loteos del lado sur de la ruta, lo cual trajo aparejada la instalación de comercios de aprovisionamiento y poco después el desarrollo de una zona recreativa y turística: la costa fluvial entre Puente Márquez y Puente Roca tenía las condiciones ideales para balneario. De hecho en la década del 30 había fracasado un primer proyecto (ver Puente Márquez). Comenzaron a establecerse recreos y sitios de esparcimiento, se navegaba a remo hasta Bella Vista y Campo de Mayo y eran de práctica corriente las cabalgatas. 


Recorte de periódico que da cuenta de la disolución de la UNIREC. (archivo Nuestro Lugar)

Bajo la administración municipal de Morón por César Albistur Villegas (1948-1955) se mejora sustancialmente el macadam de Martín Fierro, se propone nuevamente la construcción de un balneario, se abren nuevas calles con el loteo de la parte sur del Haras Myriam y se cambia la nomenclatura vial general de Villa Udaondo.


En esta toma se observa el deplorable estado de los alrededores del puente, por la falta de conciencia ambiental de la población (fotos Ricardo Castillo, 1999).


A partir de 1960 se inició la instalación de industrias en diversos puntos de la cuenca del Reconquista, el vertido de los efluentes afectó rápidamente la calidad del agua y la limpia arena de sus riberas: había comenzado la era de una contaminación imparable. Los propietarios de los recreos debieron construir piscinas para prolongar la actividad, con lo que el auge turístico logró mantenerse por unos cuantos años más.
Mientras tanto el Río de las Conchas, así llamado por la gran cantidad de valvas de moluscos que había en sus orillas, fue rebautizado en 1954 como “de la Reconquista” y devenía en una gran cloaca a cielo abierto cada vez más pestilente con los residuos de frigoríficos y curtiembres. En la década del 80 la construcción del terraplén para la Autopista Camino del Buen Ayre, decretó la muerte definitiva de la conexión gente-río.
Posteriormente se encararon trabajos de saneamiento a cargo de un ente llamado UNIREC (Unidad ejecutora de recuperación del Reconquista), con fondos internacionales, mayormente del Japón y provinciales. En agosto de 2000 el gobierno de Ruckauf por falta de los dineros que correspondía aportar al estado provincial, disolvió el ente y los trabajos quedron sin terminar.

DÉCADA DEL 40

Primeros vecinos
1941: “David Cauchaner era de origen rumano y había comprado ese año unas 30 has. A Devoto y en 1943 o 1944 unas 80 más, hasta el río” (testimonio de su sobrino Tomás Cauchaner). Ingeniero agrónomo, forestó e instaló invernaderos. Por algunos años funcionó un vivero llamado “El Pinar”. Su chalet, “Villa Vitacal”, era una mansión importante que la familia conservó hasta 1957 o 1958. Estaba ubicada a unos doscientos metros al sur de Martín Fierro. “El nombre Vitacal se lo puso mi tío porque fertilizaba las plantas con harina de huesos (calcio) y se le ocurrió la expresión “vida con cal”. Ese predio de 2 has. Se lo vendió al Sindicato del Tabaco. Cuando se desactivó la fábrica (*) una casa que había atrás, muy buena y que se la había comprado a unos ingleses, se convirtió en una hostería que los vecinos llamaban “Villa Tranquila”. (testimonio de Tomás Cauchaner).
David Cauchaner era el fabricante de un famoso polvo limpiador de uso doméstico: el PULOIL, que fue tradicional durante décadas, al punto que la marca se convirtió en sinónimo de limpiador hasta mucho después de haber desaparecido del mercado. La fábrica estaba en el barrio porteño de Flores, en la calle Bacacay. Aquí en los campos de Puente Roca, Cauchaner instaló un lavadero de hojalata y un galpón para el corte de las tapitas que formaban la parte inferior y superior de los envases cilíndricos de cartón duro, tipo talquera, que contenían el Puloil. Cuentan los vecinos que al no poder importar la hojalata cuando se desató la 2ª. Guerra Mundial. Cauchaner le compraba a los cirujas latas de aceite para poder manufacturar las tapitas. Los galpones estaban “en la manzana que hoy sería Ascasubi, La Yerra, García Lorca y Betinotti” (testimonio de Marcos Andreoli).



Folleto promocional del establecimieno "La Pérgola" (gentileza Pedro Sandelowsky)

También en 1941 llega a Puente Roca Pedro Sandelowsky, inmigrante alemán con su familia (luego de haber pasado un año en el delta entrerriano y conocido la inundación) a establecerse en campos de David Cauchaner, que estaba instalando los galpones para lavadero de hojalata, y que estarían a su cuidado. Posteriormente Cauchaner le hace abrir un almacén y luego preparar comida para los obreros. “Se caminaba 8 kms. Desde Castelar, después empezó a andar el colectivo, pero no a Castelar, sino a Villa Ariza e Ituzaingó. Los conductores nos hacían las compras y nos traían la mercadería. En los años 43, 44 no había gomas, andaban despacio, había que empujarlos…”
(*) Se refiere a las de las tapitas de Puloil.

“A través de un grupo de jóvenes comenzamos a dar los campos a un club de Buenos Aires para acampar. Después se hizo una cancha de fútbol… En 1944 empezamos a funcionar como escuela de equitación, con la enseñanza de mi padre. Recuerdo un poco antes como mi papá miraba con los ojitos cuando pasaban los yeguarizos del Sr. Leloir y decía ¿No tendrá algunos para mi…?”
“De Ituzaingó venía mucha gente, como los Passano…” “Después de la guerra llegaron nuevos inmigrantes, los alemanes venían a hacer equitación y cacerías de zorro al uso europeo… En ese tiempo ya teníamos comedor nuevo, más grande y no hacíamos parrilla sino comidas alemanas. En 1950 construimos la primera pileta, había colegios que venían para aprender natación. Ya ese año teníamos 50 caballos; médicos y otros profesionales compraron animales y nos los dejaban, por lo que debimos construir boxes hasta llegar a 30”. (testimonios de Pedro Sandelowsky (h)).


Dos entrañables vecinos que se reencontraron: Pocha Bogao y Pedro Sandelowsky, en la casa de éste en Valle Verde, Luján (foto Julián Núñez, 2000).


Ese fue el nacimiento del afamado establecimiento “La Pérgola”. En 1947 arriba a la zona Don Raúl Bogao y abre un comercio dedicado al rubro carnicería (en M. Fierro entre Chazarreta y Los Ranqueles) y ramos generales: “El Rodeo”. “Yo tenía tres años cuando llegamos. Me acuerdo que cuando se hizo el asfalto, año 48 o 49, la gente de Vialidad guardaba toda la maquinaria en nuestro terreno. Lara, un vecino que trabajaba en Vialidad le propuso a mi padre hacerle un puente tipo cruce de calle sobre el profundo zanjón que había, como ingreso al predio, y a cambio del permiso para guardar la maquinaria”.
“En esa época pasaban unos colectivos a los que por el color verde les decían los “Saratoga”, que era una marca de cigarrillos. Tenían dos coches a la mañana y dos por la tarde”. “Cuando había grandes crecidas, se inundaba todo menos la manzana de mi casa que era la más elevada” (testimonios de Ma. Eloísa Bogao).
Otros apellidos de familias de esa década fueron: Villanueva, Navedo, que tenía recreo al lado del río, los García, tamberos, cuya hija Rosa nació y reside ahí; Horacio Cía, Muiño, que tenía el recreo “El Chiche”. Los Andreoli, los Brocas, caseros de la quinta Mathieu. Los dueños de una gran zapatería de la calle Juan B. Justo, FANACAL, poseían la quinta Santa Cecilia sobre Martín Fierro y Mansilla.

DÉCADA DEL 50
En 1950 dicha quinta se lotea, fue el “Barrio Infico” con un acceso mejorado por la calle Mansilla.
En ese año llega don Ramón Crego, oriundo de Galicia y va como encargado del Almacén La Paloma, de su primo Manuel Paz y su socio Magliano.
En 1952 llega su hermano Benito Crego con su mujer Maruja; pone un taller de carpintería.
Después ambos hermanos compran parcelas del Haras Myriam y abren almacén, bar y pista de baile: “El Moderno” (1955) a mano derecha de Martín Fierro: “Teníamos 18 botes de alquiler que yo mismo construí” (Benito Crego).


Los hermanos Ramón y Benito Crego, y la esposa de éste, Maruja, en su casa de Ituzaingó (Foto Julián Núñez, 2000).


“Cuando hicimos la pista de baile, tomamos una casuarina que estaba en una elevación próxima al río como referencia de nivel, así nunca tuvimos problema con las inundaciones. Estábamos a 60 o 70 metros del río” (Ramón Crego).
David Cauchaner poco a poco fue vendiendo parcelas sobre Martín Fierro a la gente que ya se había establecido y a otros nuevos.
Ya hemos nombrado a “El Rodeo” de Bogao, el almacén La Paloma, la Quinta Villa Constancia, el recreo La Pérgola y llegando a la costanera, estaba Villa Asturias. Entrando por allí (hacia el sur) estaban primero el recreo de Navedo y luego El Chiche.

Quintas importantes
Villa Constancia era de una familia muy recordada por todos, la de Horacio Cía, radicado desde los comienzos. “Tenían una casa muy linda con un gran parque, entre el almacén La Paloma y el recreo La Pérgola. Los Cía eran de origen italiano, dueños de una gran peletería en el centro. Como vivían en Puente Roca, el matrimonio viajaba todos los días. Mi madre se ocupaba de la casa y los niños: había un encargado, Ludovico que llevaba y traía los chicos a la escuela en Castelar, luego a Morón. Era además el encargado del criadero de pollos que se explotaba en una parte del predio. Cuando cesó esa actividad, igual siguieron viviendo allí, por bastante tiempo. Eran gente buenísima”. (testimonio de Ma. De los Dolores Crego).


Entrada a la pileta "Puente Roca" (gentileza Familia Crego).


Villa Asturias: su propietario (no recuerdan el apellido) tenía una fábrica de pinturas y no residía en forma permanente.
Ya nos hemos referido a “La Pérgola” de la familia Sandelowsky; en 1956 Pedro (padre) se trasladó a Villa Gesell con una parte de la caballada, para un nuevo emprendimiento en tierras de su amigo Carlos Gesell. Sus hijos quedaron a cargo de un famoso centro de equitación.


Tres vistas de la gran pileta y el parque circundante (gentileza familia Crego).


Los botes hechos por Benito Crego, frente a "El Moderno". Obsérvese la barranca y la vegetación natural de la ribera. (gentileza fmilia Crego).


El Chiche, de Muiño, “Puente Roca” de Navedo, sobre la costa, eran hosterías con pileta.
“El Moderno” de la familia Crego, ya mencionado. Almacén, bar y pista de baile primerio; luego agregaron una gran pileta a la que llamaron “Puente Roca” cuando la de Navedo dejó de funcionar como tal.


Erica Walner, su padre y el boxeador Federico Thompson concurrían a bailar a "El Moderno" (gentileza Maruja de Crego).


El Moderno y la nueva pileta estaban ubicados al norte de Martín Fierro, una cuadra hacia adentro (Benito Lynch) frente al río.

La vida cotidiana
Recuerda M. de los Dolores Crego: “Nosotros no teníamos colegio cerca, concurríamos al Tomás Espora de Castelar. Era muy lejos y el transporte muy espaciado. Muchas veces un grupo de 5 o 6 chicos echábamos a caminar hasta que venía el colectivo y nos paraba. Otras veces pasaba el intendente Villegas y nos recogía a todos, apretaditos íbamos… cuando llegaba a la calle de su casa (*) nos bajábamos, entonces iba al baúl y sacaba golosinas y regalos para cada uno. Siempre igual, y siempre nos decía: “Ahora, derechito a casa y por la tierra, no los quiero ver caminar or el asfalto”. Me quedó tan grabado que un intendente hiciera eso, me resulta conmovedor. Nosotros guardamos de él un recuerdo muy emocionado. Posteriormente concluimos la primaria en la 37, en la calle Segundo Sombra, del otro lado de Martín Fierro”.
También rememora la angustia de su madre por la falta de noticias de su familia de España. Así como no había escuelas, tampoco llegaba el correo a Puente Roca. “Entonces un señor que vivía en Castelar y tenía una casita donde venía el fin de semana, nos ofreció recibir las cartas en su domicilio y nos las traía. Era don Hugo Iarossi, con el que hicimos una gran amistad y falleció hace poco, casi de 90 años”.
Otro recuerdo muy vívido es el de las inundaciones que dejaban sin nada a muchas familias; mi padre las alojaba en la carpintería hasta que bajara el agua, que tapaba hasta el puente”. (Ma. Dolores Crego).
“Una imagen imborrable de mi infancia es la de la entrada por Los Ranqueles a los campos de Cauchaner. Estaba bordeada por ambos lados con aromos que formaban un túnel, y cuando florecían era algo maravilloso respirar ese aire perfumado… Después con el loteo desaparecieron; arrasaron con todo, el hombre es el gran depredador”. (Benito Crego hijo).

(*) De los Reseros.

Visitantes habituales
Entre la gran afluencia de paseantes de Castelar e Ituzaingó los más recordados son sin duda los hermanos Passano. Al respecto nos cuenta Ricardo: “Cuando chiquilines nos escapábamos al río, en bicicleta, en patines o en “oiga, ¿me lleva?” Era una aventura maravillosa. Mario tenía un carisma especial, arrastraba a toda una barra, que fue creciendo unida… El Zorro (Zorrilla), Canito, los Mancini, los Lanzani, Fernández, pibes de Ituzaingó… Lo seguían a muerte. Al principio íbamos a Puente Márquez, hacíamos asado, Mario construyó una choza de barro y ramas cerca del recreo de Jurado… 


Tres recuerdos de los Passano: Mario sobre el puente; fabricando su canoa "Los isleros" y remando en el Reconquista (gentileza de Ricardo Passano)


Después empezamos a ir al monte de paraísos, en la calle de tierra que continuaba a Brandsen, donde mucha gente iba de pic-nic. Más tarde frecuentamos el Puente Roca. Pescábamos de todo, andábamos en bote. Mario nadaba muy bien y se tiraba de arriba del puente. En 1950 filmó “Los isleros” y cuando se construyó un bote le puso ese nombre. En una  inundación lo tuvo que ir a buscar casi a Campo de Mayo. La conscripción la hizo ahí, me acuerdo que a veces, en un descuido del guardia, se venía nadando adonde lo esperaba la barra y se volvía”.
Esas juveniles aventuras quedaron resumidas en la leyenda “Zorrilla-Passano” pintada con alquitrán en el cemento del puente ahora demolido, y en su libro “Por qué Ituzaingó” de reciente aparición.
Asimismo la familia Frondizi está muy presente en la memoria de los viejos pobladores, si bien sus propiedades estaban del otro lado del puente. Al venderse la Estancia La Luz de las hermanas Saavedra, en 1935, compró una parcela el médico Julio, luego otra Arturo, político y después Ricardo, profesor universitario, una más. La familia de Julio siempre residió en forma permanente hasta hoy. Los hermanos Frondizi eran muy conocidos, ya que toda la actividad recreativa y comercial se desarrollaba de este lado del río.
“Al Puente Roca lo conocí de madera cuando la calle era de tierra. A un costado del puente, del lado de Moreno había un pozo de agua surgente, un manantial. ¡Qué agua! ¡Era impresionante la cantidad que brotaba continuamente. Con el tiempo, no sé qué pasó, dejó de surgir y nunca más…” (Osvaldo Arias en “Apuntes para mis memorias”, 1996).

Un poema
Era un río…
Era un río blanco, con perfume de agua,
Que llenaba copas… que estaban en mi.
Era la poesía de un verso dormido…
Era un río manso, el que conocí.
Sus ramas mojaban el verano herido…
De escondidos soles al atardecer
Y aquellos caminos, que siempre esperaban
Que mi pie cansado no perdiera fe.
Era un río manso cuando acariciaba,
Con piadoso ritmo… mi frente al pasar,
En aquellos largos, nadando, nadando,
Gastando alientos… llegaba al juncal.
A veces sus aguas, hervían otoños…
Y era un potro herido queriendo gritar;
Era remolino arrasando cosas,
Queriendo ser río, pero de verdad.
Hoy que un llanto seco sepultó tu estilo,
Y allá en Puente Roca murió el manantial…
Un paisaje agreste y un ancho camino,
Mezclado en cemento… se llevó el lugar
Mario Passano
Gentileza Julio Fernández

Con estas nostálgicas palabras quedaba atrás un período romántico de la historia del lugar. Con la llegada de los 60, grandes cambios comienzan a producirse, fundamentalmente relacionados con la subdivisión territorial y las modificaciones negativas en las condiciones de curso fluvial.

DÉCADA DEL 60
Al llegar otra oleada de nuevos pobladores, surge la necesidad de agruparse en pos de mejoras y van surgiendo instituciones a tal fin.

Las sociedades de fomento
En 1958 ya se había reunido el vecindario para la creación de una sala de primeros auxilios. Reproducimos los facsímiles del acta constitutiva, con una comisión honoraria y otra directiva. Encabezaban la primera don David Cauchaner, presidente y don Julio Frondizi, vice. La directiva la presidía don Raúl Bogao, y el vice era Enrique Chantada, el tesorero Ramón Crego. Sus buenas intenciones no pudieron concretarse y en 1960 se divide en dos: Villa Vitacal y Santa Cecilia.


Facsímil del acta constitutiva de la primera Sociedad de Fomento en Puente Roca (gentileza Ma. E. Bogao)




La primera escuela
1963: Se forma una comisión pro-creación de una escuela primaria.
1965: Comenzó a funcionar en abril, como no tenía edificio, la Soc. de Fomento Santa Cecilia prestó su modestísima sede para tal fin en Mansilla y La Yerra. El local se dividió con tabiques de hardboard, más tarde se agregó un aulita más, todo muy precario… no había estufas ni elementos de ninguna clase. El predio estaba rodeado de un flojo alambrado y a veces entraban de noche a hacer desmanes y ensuciar las letrinas y paredes. El establecimiento fue apadrinado ese año por la Base Aeronaval de Punta Indio, y se lo bautizó como “Condestable Joaquín Oytabén”. Para las fiestas patrias venía una delegación; en 1969 un pequeño contingente fue llevado en avión a conocer la Base de Punta Indio.
Quien esto escribe era entonces maestra del último grado en esa escuela que llevaba el N° 89 (actual EGB 14). Funcionó hasta 1981 en la Sociedad de Fomento, al año siguiente inauguró el edificio propio.


Docentes y alumnos de la escuela 89 y otras con el maestro Levaggi en la redacción del diario "El trabajo" de Mar del Plata, 1969 (archivo Nuestro Lugar)


Algunos recuerdos…
Cuando se jubiló la Sra. De Zelayeta, Norma Crisci ocupó interinamente la dirección y yo la vicedirección. El barrio era semidespoblado y había mucha necesidad; bastantes chicos… venían del otro lado del puente, de Moreno. La cooperadora era casi inexistente, pues nadie podía pagar, con unas pocas mamás formamos un club de madres. Fuimos con Norma al Supermercado Canguro de Santa Rosa y Arias, donde generosamente nos donaron unas cuantas piezas de tela para guardapolvos, de primera marca. Confeccioné moldes de varias medidas y los corté y algunas madres los cosieron. Creo que hicimos más de 50, entregamos los necesarios y el resto se guardó para ir entregando en el futuro según las carencias.
Fuimos a grandes librerías y editoriales y conseguimos mapas (no había ni uno), libros y otros materiales didácticos…
También llevamos a un grupo de alumnos a Mar del Plata, como parte de un contingente organizado por el querido maestro Levaggi. Como se ve, los tiempos han sido siempre difíciles para las escuelas argentinas en las zonas desfavorecidas. Cuando advertíamos que algún chico estaba sin comer, comprábamos, aunque fuera un sándwich, de nuestros bolsillos.

Servicios
Médicos: no había servicios municipales de salud. Una clínica privada con consultorios e internación para partos funcionaba en Los Ranqueles y La Yerra a cargo de los doctores Schapiro y Levin, ginecólogos. Un odontólogo particular atendía en Martín Fierro esq. Mansilla, al que a veces debíamos recurrir con algún chico en apuros, por supuesto, no cobraba en tales casos.
Postales: Solamente se brindaban en alguna estafeta que algún vecino bien dispuesto quisiera atender, como el caso de la señora Berta, que tenía un kiosquito en La Yerra entre Ascasubi y Betinotti.
Religiosos: “Monseñor Raspanti daba misas en el salón de la sociedad de fomento donde funcionaba la escuela. Luego se pasó a la casa de la familia Garzón en García Lorca casi Mansilla, también allí se daba la catequesis” (testimonio de Irene Dionisio de Garzón).

DÉCADA DEL 70
La iglesia: La familia Leloir hizo donación de un terreno que aún conservaba para la construcción de un templo. Formada la comisión correspondiente, con grandes esfuerzos se iniciaron los trabajos. A fines de la década se produce la expropiación del predio y se proyecta la creación de un parque, aprovechando al bosque existente, plantado por Cauchaner.

DÉCADA DEL 80
Construcción del Camino del Buen Ayre: Todas las tierras al oeste de las calles Junta de Mayo y Chazarreta (a ambos lados de Martín Fierro) fueron afectadas al “Cinturón Ecológico”. Desaparecen definitivamente balnearios y centros recreativos. La Pérgola se traslada a Gral. Rodríguez, donde funcionó hasta 1998.
En 1982 se inaugura el nuevo edificio de la escuela 89. 36 aulas en Martín Castro entre La Yerra y La Pialada.

Ceremonia de imposición del nombre a la Escuela Media N° 3: la viuda de Leloir, la directora del establecimiento y autoridades municipales.
La Sra. Amelia Zuberbhüler de Leloir firma el acta (fotos: Julián Núñez)



En 1985 se instala la Escuela Media N° 3, hoy Polimodal N° 1 en Mansilla y La Yerra. En la década del 90 los alumnos eligieron por votación denominar al establecimiento “Luis Federico Leloir”, asistiendo al acto de bautismo la viuda del Premio Nobel de Química, 1970.
La Iglesia debió ser abandonada, pero con el dinero pagado por la expropiación se compró el terreno sobre la calle Los Ranqueles y se empezó de nuevo. Era párroco el padre José Tomás. 

Templo de Santa Cecilia: el retablo tras el altar es un tríptico cuyo panel central mide 2,80 x 1,80 m y los laterales 0,90 x 1,90 m. (gentileza: Irene D. de Garzón).

El templo de Santa Cecilia no observa la forma tradicional de cruz, consiste en un gran rectángulo sobre cuyo lado más largo se halla el altar. El rasgo singular lo constituyen las pinturas que lo adornan, un tríptico tras el altar y un friso continuo (el Vía Crucis) sobre el muro opuesto, de 14 metros de largo por 1,30 de alto. Son obras del artista plástico Santiago García Sanz y fueron inauguradas por monseñor Laguna en 1989. Forman parte de una serie que el pintor denominó “T estoy buscando, América”, realizada entre 1986 y 1992 con motivo del 5° Centenario de la llegada de los españoles. García Sanz expresa su fe a través de un estilo que recuerda el muralismo mejicano y ha dejado en Santa Cecilia un patrimonio artístico invalorable para nuestro pueblo.
Por esta parroquia pasaron el padre Mario Borgione, Juan Coltro y Juan Bojcetic.
En 1987 se instaló sobre Martín Fierro al 4600 el Cuartel de Bomberos Voluntarios, que entonces dependía de Hurlingham.

DÉCADA DEL 90
Ya se había concretado un cambio radical en la fisonomía del barrio y sobre todo en el aspecto comercial que tomó Martín Fierro, si bien no se trató de negocios de gran envergadura. Ello se acentuó luego de la obra de regularización de la cuenca hídrica y la repavimentación de la avenida, entre 1997 y 1998. Poco después llegó a la zona el gas natural.

Acceso al Parque Las Malvinas (fotos: Marcelo Belforte)


Parque Las Malvinas: Se extiende entre De la Guitarra, Martín Fierro, 3 de Octubre, Chazarreta y la Autopista. Tiene una magnífica forestación que ya hemos mencionado y su mantenimiento está bajo la responsabilidad del Club Vélez Sarsfield, como contraprestación por la cesión de uso de otro predio contiguo, ya en el Barrio El Jagüel.

Monumento en el Parque Las Malvinas. (Foto: Marcelo Belforte)



Denominaciones vigentes: Actualmente, lo que se llamaba Puente Roca comprende por el lado sur los barrios Santa Cecilia y Villa Vitacal, y del lado norte el borde del Haras Myriam con varias designaciones que veremos en el capítulo correspondiente.
Conclusión: la pérdida de la vieja estructura del puente, destruida por los concesionarios de la autopista de un modo absolutamente irrespetuoso y sin que ninguna autoridad lo impidiese, significó el fin de una imagen emblemática que otorgaba identidad al lugar. Puentes como ése se conservan en otros lugares y la gente está orgullosa de ellos. Una vez más la consuetudinaria indiferencia por el pasado nos quita carácter y tradición, símbolos y memoria.

Agradecimientos: Ma. Eloísa Bogao, Pedro Sandelowsky (h), Familia Crego, Tomás Cauchaner, Marcos y Avelia Andreoli, Magdalena González, Irene D. de Garzón, Fernando Miño, Ricardo Passano, Ricardo Castillo, Julia Frondizi, Marcelo Belforte, Julián Núñez.