Ubicación
geográfica
Situado
sobre el Río de la Reconquista y Martín Fierro (ex Julio A. Roca, de allí su
nombre), permite trasponer el límite con el partido de Moreno, que es
precisamente dicho curso fluvial. Por la costa se encuentra unos 3 kms.
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Vista del Puente Roca: a la izquierda el nuevo carril en construcción, en primer plano el monolito que marcaba el límite del partido de Morón. |
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El monolito en detalle: con el escudo del partido, en cuyo centro campea la imagen de nuestra Sra. del Buen Viaje (fotos: Ricardo Castillo, 1999). |
Al norte
del Puente de Márquez. La vieja
estructura de cemento, igual a algunas que se conservan en el Tigre, fue
demolida (sin necesidad a nuestro entender) en el año 2000 y tenía una placa de
bronce con la fecha de construcción por Vialidad Nacional: 1937. Antes hubo un
puente de madera.
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La placa de bronce con la fecha de construcción del puente. |
La
población que a partir del año 40 se fue radicando en la zona se asentó a ambos
lados de una calle de tierra que concluía en el puente y cuyo posterior
prolongación se convirtió en el eje poblacional de Castelar hacia el oeste,
hasta la intersección con el camino Moreno – San Miguel: el punto conocido como
“Cruce Castelar”. El límite este del barrio Puente Roca era aproximadamente la
actual calle Segundo Sombra.
Antiguos
ocupantes de campos
Desde el
plano más antiguo (1813), ubicado por el Dr. Villegas, van apareciendo los
apellidos de los primitivos ocupantes. En esa primera carta solo hay indicada
una casa, la de Manuel Torrilla, sobre una barranca y no muy cerca del río. En
un mapa completo de 1839 puede apreciarse la posesión de Celestino Manrique,
tierras que luego pasan a su pariente Luciano Alvarado, del lado sur de Martín
Fierro. Los campos del lado norte, donde se veía “Pedro Torrilla” y “Pedro
Manrique” aparecen en el plano de Sourdeaux de 1868 como chacras fiscales a la
venta, en tanto que los del lado sur figuran como “herederos de Manrique”.
Según los datos relevados por el Dr. Villegas, en 1901 la tierra del lado norte
fue adquirida por Pedro Alberto Leloir, que estableció allí el Haras Myriam, lo
cual hizo que permaneciera indivisa hasta 1948. César Antonio Leloir también
compró una fracción del lado opuesto, que sería vendida después de su
fallecimiento en 1939.
Desarrollo
general del área
El
poblamiento comenzó alrededor de 1941 con los loteos del lado sur de la ruta,
lo cual trajo aparejada la instalación de comercios de aprovisionamiento y poco
después el desarrollo de una zona recreativa y turística: la costa fluvial
entre Puente Márquez y Puente Roca tenía las condiciones ideales para
balneario. De hecho en la década del 30 había fracasado un primer proyecto (ver
Puente Márquez). Comenzaron a establecerse recreos y sitios de esparcimiento,
se navegaba a remo hasta Bella Vista y Campo de Mayo y eran de práctica
corriente las cabalgatas.
Bajo la administración municipal de Morón por César Albistur Villegas (1948-1955) se mejora sustancialmente el macadam de Martín Fierro, se propone nuevamente la construcción de un balneario, se abren nuevas calles con el loteo de la parte sur del Haras Myriam y se cambia la nomenclatura vial general de Villa Udaondo.
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Recorte de periódico que da cuenta de la disolución de la UNIREC. (archivo Nuestro Lugar) |
Bajo la administración municipal de Morón por César Albistur Villegas (1948-1955) se mejora sustancialmente el macadam de Martín Fierro, se propone nuevamente la construcción de un balneario, se abren nuevas calles con el loteo de la parte sur del Haras Myriam y se cambia la nomenclatura vial general de Villa Udaondo.
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En esta toma se observa el deplorable estado de los alrededores del puente, por la falta de conciencia ambiental de la población (fotos Ricardo Castillo, 1999). |
A partir de
1960 se inició la instalación de industrias en diversos puntos de la cuenca del
Reconquista, el vertido de los efluentes afectó rápidamente la calidad del agua
y la limpia arena de sus riberas: había comenzado la era de una contaminación
imparable. Los propietarios de los recreos debieron construir piscinas para
prolongar la actividad, con lo que el auge turístico logró mantenerse por unos
cuantos años más.
Mientras
tanto el Río de las Conchas, así llamado por la gran cantidad de valvas de
moluscos que había en sus orillas, fue rebautizado en 1954 como “de la
Reconquista” y devenía en una gran cloaca a cielo abierto cada vez más
pestilente con los residuos de frigoríficos y curtiembres. En la década del 80
la construcción del terraplén para la Autopista Camino del Buen Ayre, decretó
la muerte definitiva de la conexión gente-río.
Posteriormente
se encararon trabajos de saneamiento a cargo de un ente llamado UNIREC (Unidad
ejecutora de recuperación del Reconquista), con fondos internacionales,
mayormente del Japón y provinciales. En agosto de 2000 el gobierno de Ruckauf
por falta de los dineros que correspondía aportar al estado provincial,
disolvió el ente y los trabajos quedron sin terminar.
DÉCADA DEL
40
Primeros
vecinos
1941:
“David Cauchaner era de origen rumano y había comprado ese año unas 30 has. A
Devoto y en 1943 o 1944 unas 80 más, hasta el río” (testimonio de su sobrino
Tomás Cauchaner). Ingeniero agrónomo, forestó e instaló invernaderos. Por algunos
años funcionó un vivero llamado “El Pinar”. Su chalet, “Villa Vitacal”, era una
mansión importante que la familia conservó hasta 1957 o 1958. Estaba ubicada a
unos doscientos metros al sur de Martín Fierro. “El nombre Vitacal se lo puso
mi tío porque fertilizaba las plantas con harina de huesos (calcio) y se le
ocurrió la expresión “vida con cal”. Ese predio de 2 has. Se lo vendió al
Sindicato del Tabaco. Cuando se desactivó la fábrica (*) una casa que había
atrás, muy buena y que se la había comprado a unos ingleses, se convirtió en
una hostería que los vecinos llamaban “Villa Tranquila”. (testimonio de Tomás
Cauchaner).
David
Cauchaner era el fabricante de un famoso polvo limpiador de uso doméstico: el
PULOIL, que fue tradicional durante décadas, al punto que la marca se convirtió
en sinónimo de limpiador hasta mucho después de haber desaparecido del mercado.
La fábrica estaba en el barrio porteño de Flores, en la calle Bacacay. Aquí en
los campos de Puente Roca, Cauchaner instaló un lavadero de hojalata y un
galpón para el corte de las tapitas que formaban la parte inferior y superior
de los envases cilíndricos de cartón duro, tipo talquera, que contenían el
Puloil. Cuentan los vecinos que al no poder importar la hojalata cuando se
desató la 2ª. Guerra Mundial. Cauchaner le compraba a los cirujas latas de
aceite para poder manufacturar las tapitas. Los galpones estaban “en la manzana
que hoy sería Ascasubi, La Yerra, García Lorca y Betinotti” (testimonio de
Marcos Andreoli).
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Folleto promocional del establecimieno "La Pérgola" (gentileza Pedro Sandelowsky) |
También en
1941 llega a Puente Roca Pedro Sandelowsky, inmigrante alemán con su familia
(luego de haber pasado un año en el delta entrerriano y conocido la inundación)
a establecerse en campos de David Cauchaner, que estaba instalando los galpones
para lavadero de hojalata, y que estarían a su cuidado. Posteriormente
Cauchaner le hace abrir un almacén y luego preparar comida para los obreros.
“Se caminaba 8 kms. Desde Castelar, después empezó a andar el colectivo, pero
no a Castelar, sino a Villa Ariza e Ituzaingó. Los conductores nos hacían las
compras y nos traían la mercadería. En los años 43, 44 no había gomas, andaban
despacio, había que empujarlos…”
(*) Se
refiere a las de las tapitas de Puloil.
“A través
de un grupo de jóvenes comenzamos a dar los campos a un club de Buenos Aires
para acampar. Después se hizo una cancha de fútbol… En 1944 empezamos a
funcionar como escuela de equitación, con la enseñanza de mi padre. Recuerdo un
poco antes como mi papá miraba con los ojitos cuando pasaban los yeguarizos del
Sr. Leloir y decía ¿No tendrá algunos para mi…?”
“De
Ituzaingó venía mucha gente, como los Passano…” “Después de la guerra llegaron
nuevos inmigrantes, los alemanes venían a hacer equitación y cacerías de zorro
al uso europeo… En ese tiempo ya teníamos comedor nuevo, más grande y no
hacíamos parrilla sino comidas alemanas. En 1950 construimos la primera pileta,
había colegios que venían para aprender natación. Ya ese año teníamos 50
caballos; médicos y otros profesionales compraron animales y nos los dejaban,
por lo que debimos construir boxes hasta llegar a 30”. (testimonios de Pedro
Sandelowsky (h)).
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Dos entrañables vecinos que se reencontraron: Pocha Bogao y Pedro Sandelowsky, en la casa de éste en Valle Verde, Luján (foto Julián Núñez, 2000). |
Ese fue el
nacimiento del afamado establecimiento “La Pérgola”. En 1947 arriba a la zona
Don Raúl Bogao y abre un comercio dedicado al rubro carnicería (en M. Fierro
entre Chazarreta y Los Ranqueles) y ramos generales: “El Rodeo”. “Yo tenía tres
años cuando llegamos. Me acuerdo que cuando se hizo el asfalto, año 48 o 49, la
gente de Vialidad guardaba toda la maquinaria en nuestro terreno. Lara, un vecino
que trabajaba en Vialidad le propuso a mi padre hacerle un puente tipo cruce de
calle sobre el profundo zanjón que había, como ingreso al predio, y a cambio
del permiso para guardar la maquinaria”.
“En esa
época pasaban unos colectivos a los que por el color verde les decían los “Saratoga”,
que era una marca de cigarrillos. Tenían dos coches a la mañana y dos por la
tarde”. “Cuando había grandes crecidas, se inundaba todo menos la manzana de mi
casa que era la más elevada” (testimonios de Ma. Eloísa Bogao).
Otros
apellidos de familias de esa década fueron: Villanueva, Navedo, que tenía recreo
al lado del río, los García, tamberos, cuya hija Rosa nació y reside ahí;
Horacio Cía, Muiño, que tenía el recreo “El Chiche”. Los Andreoli, los Brocas,
caseros de la quinta Mathieu. Los dueños de una gran zapatería de la calle Juan
B. Justo, FANACAL, poseían la quinta Santa Cecilia sobre Martín Fierro y
Mansilla.
DÉCADA DEL
50
En 1950
dicha quinta se lotea, fue el “Barrio Infico” con un acceso mejorado por la
calle Mansilla.
En ese año
llega don Ramón Crego, oriundo de Galicia y va como encargado del Almacén La
Paloma, de su primo Manuel Paz y su socio Magliano.
En 1952
llega su hermano Benito Crego con su mujer Maruja; pone un taller de
carpintería.
Después
ambos hermanos compran parcelas del Haras Myriam y abren almacén, bar y pista
de baile: “El Moderno” (1955) a mano derecha de Martín Fierro: “Teníamos 18
botes de alquiler que yo mismo construí” (Benito Crego).
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Los hermanos Ramón y Benito Crego, y la esposa de éste, Maruja, en su casa de Ituzaingó (Foto Julián Núñez, 2000). |
“Cuando
hicimos la pista de baile, tomamos una casuarina que estaba en una elevación
próxima al río como referencia de nivel, así nunca tuvimos problema con las
inundaciones. Estábamos a 60 o 70 metros del río” (Ramón Crego).
David
Cauchaner poco a poco fue vendiendo parcelas sobre Martín Fierro a la gente que
ya se había establecido y a otros nuevos.
Ya hemos
nombrado a “El Rodeo” de Bogao, el almacén La Paloma, la Quinta Villa
Constancia, el recreo La Pérgola y llegando a la costanera, estaba Villa
Asturias. Entrando por allí (hacia el sur) estaban primero el recreo de Navedo
y luego El Chiche.
Quintas
importantes
Villa
Constancia era de una familia muy recordada por todos, la de Horacio Cía,
radicado desde los comienzos. “Tenían una casa muy linda con un gran parque,
entre el almacén La Paloma y el recreo La Pérgola. Los Cía eran de origen
italiano, dueños de una gran peletería en el centro. Como vivían en Puente
Roca, el matrimonio viajaba todos los días. Mi madre se ocupaba de la casa y
los niños: había un encargado, Ludovico que llevaba y traía los chicos a la
escuela en Castelar, luego a Morón. Era además el encargado del criadero de
pollos que se explotaba en una parte del predio. Cuando cesó esa actividad,
igual siguieron viviendo allí, por bastante tiempo. Eran gente buenísima”.
(testimonio de Ma. De los Dolores Crego).
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Entrada a la pileta "Puente Roca" (gentileza Familia Crego). |
Villa
Asturias: su propietario (no recuerdan el apellido) tenía una fábrica de
pinturas y no residía en forma permanente.
Ya nos hemos
referido a “La Pérgola” de la familia Sandelowsky; en 1956 Pedro (padre) se
trasladó a Villa Gesell con una parte de la caballada, para un nuevo
emprendimiento en tierras de su amigo Carlos Gesell. Sus hijos quedaron a cargo
de un famoso centro de equitación.
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Tres vistas de la gran pileta y el parque circundante (gentileza familia Crego). |
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Los botes hechos por Benito Crego, frente a "El Moderno". Obsérvese la barranca y la vegetación natural de la ribera. (gentileza fmilia Crego). |
El Chiche,
de Muiño, “Puente Roca” de Navedo, sobre la costa, eran hosterías con pileta.
“El Moderno”
de la familia Crego, ya mencionado. Almacén, bar y pista de baile primerio;
luego agregaron una gran pileta a la que llamaron “Puente Roca” cuando la de
Navedo dejó de funcionar como tal.
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Erica Walner, su padre y el boxeador Federico Thompson concurrían a bailar a "El Moderno" (gentileza Maruja de Crego). |
El Moderno
y la nueva pileta estaban ubicados al norte de Martín Fierro, una cuadra hacia
adentro (Benito Lynch) frente al río.
La vida
cotidiana
Recuerda M.
de los Dolores Crego: “Nosotros no teníamos colegio cerca, concurríamos al
Tomás Espora de Castelar. Era muy lejos y el transporte muy espaciado. Muchas
veces un grupo de 5 o 6 chicos echábamos a caminar hasta que venía el colectivo
y nos paraba. Otras veces pasaba el intendente Villegas y nos recogía a todos,
apretaditos íbamos… cuando llegaba a la calle de su casa (*) nos bajábamos,
entonces iba al baúl y sacaba golosinas y regalos para cada uno. Siempre igual,
y siempre nos decía: “Ahora, derechito a casa y por la tierra, no los quiero
ver caminar or el asfalto”. Me quedó tan grabado que un intendente hiciera eso,
me resulta conmovedor. Nosotros guardamos de él un recuerdo muy emocionado.
Posteriormente concluimos la primaria en la 37, en la calle Segundo Sombra, del
otro lado de Martín Fierro”.
También
rememora la angustia de su madre por la falta de noticias de su familia de
España. Así como no había escuelas, tampoco llegaba el correo a Puente Roca. “Entonces
un señor que vivía en Castelar y tenía una casita donde venía el fin de semana,
nos ofreció recibir las cartas en su domicilio y nos las traía. Era don Hugo
Iarossi, con el que hicimos una gran amistad y falleció hace poco, casi de 90
años”.
Otro
recuerdo muy vívido es el de las inundaciones que dejaban sin nada a muchas familias;
mi padre las alojaba en la carpintería hasta que bajara el agua, que tapaba
hasta el puente”. (Ma. Dolores Crego).
“Una imagen
imborrable de mi infancia es la de la entrada por Los Ranqueles a los campos de
Cauchaner. Estaba bordeada por ambos lados con aromos que formaban un túnel, y
cuando florecían era algo maravilloso respirar ese aire perfumado… Después con
el loteo desaparecieron; arrasaron con todo, el hombre es el gran depredador”.
(Benito Crego hijo).
(*) De los
Reseros.
Visitantes
habituales
Entre la
gran afluencia de paseantes de Castelar e Ituzaingó los más recordados son sin
duda los hermanos Passano. Al respecto nos cuenta Ricardo: “Cuando chiquilines
nos escapábamos al río, en bicicleta, en patines o en “oiga, ¿me lleva?” Era
una aventura maravillosa. Mario tenía un carisma especial, arrastraba a toda
una barra, que fue creciendo unida… El Zorro (Zorrilla), Canito, los Mancini,
los Lanzani, Fernández, pibes de Ituzaingó… Lo seguían a muerte. Al principio
íbamos a Puente Márquez, hacíamos asado, Mario construyó una choza de barro y
ramas cerca del recreo de Jurado…
Después empezamos a ir al monte de paraísos, en la calle de tierra que continuaba a Brandsen, donde mucha gente iba de pic-nic. Más tarde frecuentamos el Puente Roca. Pescábamos de todo, andábamos en bote. Mario nadaba muy bien y se tiraba de arriba del puente. En 1950 filmó “Los isleros” y cuando se construyó un bote le puso ese nombre. En una inundación lo tuvo que ir a buscar casi a Campo de Mayo. La conscripción la hizo ahí, me acuerdo que a veces, en un descuido del guardia, se venía nadando adonde lo esperaba la barra y se volvía”.
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Tres recuerdos de los Passano: Mario sobre el puente; fabricando su canoa "Los isleros" y remando en el Reconquista (gentileza de Ricardo Passano) |
Después empezamos a ir al monte de paraísos, en la calle de tierra que continuaba a Brandsen, donde mucha gente iba de pic-nic. Más tarde frecuentamos el Puente Roca. Pescábamos de todo, andábamos en bote. Mario nadaba muy bien y se tiraba de arriba del puente. En 1950 filmó “Los isleros” y cuando se construyó un bote le puso ese nombre. En una inundación lo tuvo que ir a buscar casi a Campo de Mayo. La conscripción la hizo ahí, me acuerdo que a veces, en un descuido del guardia, se venía nadando adonde lo esperaba la barra y se volvía”.
Esas
juveniles aventuras quedaron resumidas en la leyenda “Zorrilla-Passano” pintada
con alquitrán en el cemento del puente ahora demolido, y en su libro “Por qué
Ituzaingó” de reciente aparición.
Asimismo la
familia Frondizi está muy presente en la memoria de los viejos pobladores, si
bien sus propiedades estaban del otro lado del puente. Al venderse la Estancia
La Luz de las hermanas Saavedra, en 1935, compró una parcela el médico Julio,
luego otra Arturo, político y después Ricardo, profesor universitario, una más.
La familia de Julio siempre residió en forma permanente hasta hoy. Los hermanos
Frondizi eran muy conocidos, ya que toda la actividad recreativa y comercial se
desarrollaba de este lado del río.
“Al Puente
Roca lo conocí de madera cuando la calle era de tierra. A un costado del
puente, del lado de Moreno había un pozo de agua surgente, un manantial. ¡Qué
agua! ¡Era impresionante la cantidad que brotaba continuamente. Con el tiempo,
no sé qué pasó, dejó de surgir y nunca más…” (Osvaldo Arias en “Apuntes para
mis memorias”, 1996).
Un poema
Era un río…
Era un río
blanco, con perfume de agua,
Que llenaba
copas… que estaban en mi.
Era la
poesía de un verso dormido…
Era un río
manso, el que conocí.
Sus ramas
mojaban el verano herido…
De escondidos
soles al atardecer
Y aquellos
caminos, que siempre esperaban
Que mi pie
cansado no perdiera fe.
Era un río
manso cuando acariciaba,
Con piadoso
ritmo… mi frente al pasar,
En aquellos
largos, nadando, nadando,
Gastando alientos…
llegaba al juncal.
A veces sus
aguas, hervían otoños…
Y era un
potro herido queriendo gritar;
Era remolino
arrasando cosas,
Queriendo ser
río, pero de verdad.
Hoy que un
llanto seco sepultó tu estilo,
Y allá en
Puente Roca murió el manantial…
Un paisaje
agreste y un ancho camino,
Mezclado en
cemento… se llevó el lugar
Mario
Passano
Gentileza Julio
Fernández
Con estas
nostálgicas palabras quedaba atrás un período romántico de la historia del
lugar. Con la llegada de los 60, grandes cambios comienzan a producirse,
fundamentalmente relacionados con la subdivisión territorial y las
modificaciones negativas en las condiciones de curso fluvial.
DÉCADA DEL
60
Al llegar
otra oleada de nuevos pobladores, surge la necesidad de agruparse en pos de
mejoras y van surgiendo instituciones a tal fin.
Las
sociedades de fomento
En 1958 ya
se había reunido el vecindario para la creación de una sala de primeros
auxilios. Reproducimos los facsímiles del acta constitutiva, con una comisión
honoraria y otra directiva. Encabezaban la primera don David Cauchaner, presidente
y don Julio Frondizi, vice. La directiva la presidía don Raúl Bogao, y el vice
era Enrique Chantada, el tesorero Ramón Crego. Sus buenas intenciones no
pudieron concretarse y en 1960 se divide en dos: Villa Vitacal y Santa Cecilia.
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Facsímil del acta constitutiva de la primera Sociedad de Fomento en Puente Roca (gentileza Ma. E. Bogao) |
La primera
escuela
1963: Se
forma una comisión pro-creación de una escuela primaria.
1965:
Comenzó a funcionar en abril, como no tenía edificio, la Soc. de Fomento Santa
Cecilia prestó su modestísima sede para tal fin en Mansilla y La Yerra. El
local se dividió con tabiques de hardboard, más tarde se agregó un aulita más,
todo muy precario… no había estufas ni elementos de ninguna clase. El predio
estaba rodeado de un flojo alambrado y a veces entraban de noche a hacer
desmanes y ensuciar las letrinas y paredes. El establecimiento fue apadrinado
ese año por la Base Aeronaval de Punta Indio, y se lo bautizó como “Condestable
Joaquín Oytabén”. Para las fiestas patrias venía una delegación; en 1969 un
pequeño contingente fue llevado en avión a conocer la Base de Punta Indio.
Quien esto
escribe era entonces maestra del último grado en esa escuela que llevaba el N°
89 (actual EGB 14). Funcionó hasta 1981 en la Sociedad de Fomento, al año
siguiente inauguró el edificio propio.
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Docentes y alumnos de la escuela 89 y otras con el maestro Levaggi en la redacción del diario "El trabajo" de Mar del Plata, 1969 (archivo Nuestro Lugar) |
Algunos
recuerdos…
Cuando se
jubiló la Sra. De Zelayeta, Norma Crisci ocupó interinamente la dirección y yo
la vicedirección. El barrio era semidespoblado y había mucha necesidad;
bastantes chicos… venían del otro lado del puente, de Moreno. La cooperadora
era casi inexistente, pues nadie podía pagar, con unas pocas mamás formamos un
club de madres. Fuimos con Norma al Supermercado Canguro de Santa Rosa y Arias,
donde generosamente nos donaron unas cuantas piezas de tela para guardapolvos,
de primera marca. Confeccioné moldes de varias medidas y los corté y algunas
madres los cosieron. Creo que hicimos más de 50, entregamos los necesarios y el
resto se guardó para ir entregando en el futuro según las carencias.
Fuimos a
grandes librerías y editoriales y conseguimos mapas (no había ni uno), libros y
otros materiales didácticos…
También
llevamos a un grupo de alumnos a Mar del Plata, como parte de un contingente
organizado por el querido maestro Levaggi. Como se ve, los tiempos han sido
siempre difíciles para las escuelas argentinas en las zonas desfavorecidas.
Cuando advertíamos que algún chico estaba sin comer, comprábamos, aunque fuera
un sándwich, de nuestros bolsillos.
Servicios
Médicos: no
había servicios municipales de salud. Una clínica privada con consultorios e
internación para partos funcionaba en Los Ranqueles y La Yerra a cargo de los
doctores Schapiro y Levin, ginecólogos. Un odontólogo particular atendía en
Martín Fierro esq. Mansilla, al que a veces debíamos recurrir con algún chico
en apuros, por supuesto, no cobraba en tales casos.
Postales:
Solamente se brindaban en alguna estafeta que algún vecino bien dispuesto
quisiera atender, como el caso de la señora Berta, que tenía un kiosquito en La
Yerra entre Ascasubi y Betinotti.
Religiosos:
“Monseñor Raspanti daba misas en el salón de la sociedad de fomento donde
funcionaba la escuela. Luego se pasó a la casa de la familia Garzón en García
Lorca casi Mansilla, también allí se daba la catequesis” (testimonio de Irene
Dionisio de Garzón).
DÉCADA DEL
70
La iglesia:
La familia Leloir hizo donación de un terreno que aún conservaba para la
construcción de un templo. Formada la comisión correspondiente, con grandes
esfuerzos se iniciaron los trabajos. A fines de la década se produce la
expropiación del predio y se proyecta la creación de un parque, aprovechando al
bosque existente, plantado por Cauchaner.
DÉCADA DEL
80
Construcción
del Camino del Buen Ayre: Todas las tierras al oeste de las calles Junta de
Mayo y Chazarreta (a ambos lados de Martín Fierro) fueron afectadas al “Cinturón
Ecológico”. Desaparecen definitivamente balnearios y centros recreativos. La
Pérgola se traslada a Gral. Rodríguez, donde funcionó hasta 1998.
En 1982 se
inaugura el nuevo edificio de la escuela 89. 36 aulas en Martín Castro entre La
Yerra y La Pialada.
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Ceremonia de imposición del nombre a la Escuela Media N° 3: la viuda de Leloir, la directora del establecimiento y autoridades municipales. |
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La Sra. Amelia Zuberbhüler de Leloir firma el acta (fotos: Julián Núñez) |
En 1985 se
instala la Escuela Media N° 3, hoy Polimodal N° 1 en Mansilla y La Yerra. En la
década del 90 los alumnos eligieron por votación denominar al establecimiento “Luis
Federico Leloir”, asistiendo al acto de bautismo la viuda del Premio Nobel de
Química, 1970.
La Iglesia
debió ser abandonada, pero con el dinero pagado por la expropiación se compró
el terreno sobre la calle Los Ranqueles y se empezó de nuevo. Era párroco el
padre José Tomás.
El templo de Santa Cecilia no observa la forma tradicional de cruz, consiste en un gran rectángulo sobre cuyo lado más largo se halla el altar. El rasgo singular lo constituyen las pinturas que lo adornan, un tríptico tras el altar y un friso continuo (el Vía Crucis) sobre el muro opuesto, de 14 metros de largo por 1,30 de alto. Son obras del artista plástico Santiago García Sanz y fueron inauguradas por monseñor Laguna en 1989. Forman parte de una serie que el pintor denominó “T estoy buscando, América”, realizada entre 1986 y 1992 con motivo del 5° Centenario de la llegada de los españoles. García Sanz expresa su fe a través de un estilo que recuerda el muralismo mejicano y ha dejado en Santa Cecilia un patrimonio artístico invalorable para nuestro pueblo.
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Templo de Santa Cecilia: el retablo tras el altar es un tríptico cuyo panel central mide 2,80 x 1,80 m y los laterales 0,90 x 1,90 m. (gentileza: Irene D. de Garzón). |
El templo de Santa Cecilia no observa la forma tradicional de cruz, consiste en un gran rectángulo sobre cuyo lado más largo se halla el altar. El rasgo singular lo constituyen las pinturas que lo adornan, un tríptico tras el altar y un friso continuo (el Vía Crucis) sobre el muro opuesto, de 14 metros de largo por 1,30 de alto. Son obras del artista plástico Santiago García Sanz y fueron inauguradas por monseñor Laguna en 1989. Forman parte de una serie que el pintor denominó “T estoy buscando, América”, realizada entre 1986 y 1992 con motivo del 5° Centenario de la llegada de los españoles. García Sanz expresa su fe a través de un estilo que recuerda el muralismo mejicano y ha dejado en Santa Cecilia un patrimonio artístico invalorable para nuestro pueblo.
Por esta
parroquia pasaron el padre Mario Borgione, Juan Coltro y Juan Bojcetic.
En 1987 se
instaló sobre Martín Fierro al 4600 el Cuartel de Bomberos Voluntarios, que
entonces dependía de Hurlingham.
DÉCADA DEL
90
Ya se había
concretado un cambio radical en la fisonomía del barrio y sobre todo en el
aspecto comercial que tomó Martín Fierro, si bien no se trató de negocios de
gran envergadura. Ello se acentuó luego de la obra de regularización de la
cuenca hídrica y la repavimentación de la avenida, entre 1997 y 1998. Poco
después llegó a la zona el gas natural.
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Acceso al Parque Las Malvinas (fotos: Marcelo Belforte) |
Parque Las
Malvinas: Se extiende entre De la Guitarra, Martín Fierro, 3 de Octubre,
Chazarreta y la Autopista. Tiene una magnífica forestación que ya hemos
mencionado y su mantenimiento está bajo la responsabilidad del Club Vélez
Sarsfield, como contraprestación por la cesión de uso de otro predio contiguo,
ya en el Barrio El Jagüel.
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Monumento en el Parque Las Malvinas. (Foto: Marcelo Belforte) |
Denominaciones
vigentes: Actualmente, lo que se llamaba Puente Roca comprende por el lado sur
los barrios Santa Cecilia y Villa Vitacal, y del lado norte el borde del Haras
Myriam con varias designaciones que veremos en el capítulo correspondiente.
Conclusión:
la pérdida de la vieja estructura del puente, destruida por los concesionarios
de la autopista de un modo absolutamente irrespetuoso y sin que ninguna
autoridad lo impidiese, significó el fin de una imagen emblemática que otorgaba
identidad al lugar. Puentes como ése se conservan en otros lugares y la gente
está orgullosa de ellos. Una vez más la consuetudinaria indiferencia por el
pasado nos quita carácter y tradición, símbolos y memoria.
Agradecimientos:
Ma. Eloísa Bogao, Pedro Sandelowsky (h), Familia Crego, Tomás Cauchaner, Marcos
y Avelia Andreoli, Magdalena González, Irene D. de Garzón, Fernando Miño,
Ricardo Passano, Ricardo Castillo, Julia Frondizi, Marcelo Belforte, Julián
Núñez.