La presente obra -en papel ilustración e impresa en colores- fue editada en el año 2005

4.1 Haras Myriam


Ubicación y relieve
Las tierras comprendidas entre las paralelas Martín Fierro y Gobernador Udaondo, desde La Tradición hasta el río, eran ocupadas por un establecimiento rural dedicado a la cría de caballos puros de carrera, una ocupación de varios miembros de la familia Leloir. Su superficie total era de 303 Has.
Una considerable depresión atravesaba los terrenos por su parte central, conduciendo las aguas pluviales al Reconquista. Para facilitar ese drenaje se la rectificó en forma de zanjón el que a su vez recibía el flujo de un arroyito que corría por lo que es hoy la calle Segundo Sombra. Este fue rellenado al lotear, lo que provocó inundaciones en Martín Fierro.

El zanjón Quiroga junto a la hilera de viejos cipreses que forman un bulevar en la calle del mismo nombre. Foto 1999, Carlos Consiglio.

El zanjón tomó más tarde el nombre de Quiroga por abrirse a ambos lados del mismo una calle que recuerda al gran escritor. Al norte de este curso se va elevando suavemente una colina (que de todos modos no sobrepasa una cota de 9 metros), donde se hallaba enclavada la casa principal de la estancia. Esta porción constituye hoy la Rotonda Myriam.

Los propietarios

Don Alberto Leloir. Foto conservada por Osvaldo Arias y cedida al archivo de revista Nuestro Lugar (sin fecha)

El cuarto hijo de Alejandro Leloir (pionero de la región) fue Pedro Alberto (1874-¿?). Este contrajo enlace con María Luisa Martínez Chas y tuvo tres hijos: Alberto, Alejandro y María Luisa. De ellos, Alberto fue quien administró el establecimiento. Alberto Leloir Martínez Chas se casó con María Florentina Álzaga en 1931. Fueron sus descendientes María Florentina, Emilio, Santiago, María Luisa y Tomás. Muchos antiguos vecinos todavía los recuerdan, pues en su mayoría fueron empleados del Haras, que junto a la Cabaña Tuyú, constituían las fuentes laborales por excelencia de la zona.

Alberto Leloir (izq.) y Urbano Fco. Arias, su mano derecha. Foto tomada en 1940 por Alejandro Udaondo, cuya dedicatoria dice: "Para Francisco Arias, de su amigo Alberto Leloir" (gentileza Marcelo Arias).


Los hermanos Arias, Francisco Urbano y Eduardo, fueron gente de confianza de la familia Leloir. Urbano llegó a ser Mayordomo General después de haber comenzado como boyero de tambo y luego de 25 años de trabajo.

Osvaldo Arias, hijo de Urbano Fco., en el predio de La Coyunda, institución tradicionalista de la que fuera fundador y que funciona en parte del campo que perteneció al Haras. (Gentileza O. Arias, archivo de revista Nuestro Lugar).

Su hijo Osvaldo nos dejó testimonios muy valiosos para la historia zonal.
“Soy un nativo del lugar. Nací en una casa ubicada en las calles actualmente De las Montoneras y Martín Fierro (antes Julio A. Roca). Tal casa fue especialmente construida por Don Alberto Leloir (padre), para que la ocuparan mis padres cuando se casaran, cosa que ocurrió en 1928. Esta construcción aún existe, si bien un tanto modificada. Luego de mis primeros cinco años vividos allí, nos mudamos a otra casa en De las Montoneras esquina Del Recado, actualmente propiedad de la familia Cuello. Esa vivienda había sido ocupada hasta entonces por el anterior mayordomo, un señor inglés como los había en todas las estancias de la época, y que se retiró por renuncia al puesto, que fue entonces ofrecido a mi padre, que no conoció otro patrón hasta que se jubiló”.  (O. Arias, 1996)

La actividad del establecimiento
El Haras estaba destinado a la crianza de caballos pura sangre de carrera hasta los dos años.
Todas las demás labores, de cultivo, cría de animales, abejas, frutas y flores, tenían por objeto la provisión o autoabastecimiento de la estancia.

Una de las construcciones más importantes del haras: laboratorio, enfermería, escritorio del encargado. Estaba ubicada sobre lo que actualmente es la calle Fco. Ramírez (continuación de Thames o Las Montoneras), con frente hacia el sur. Foto revista Mundo Agrario, N° 34, año 1952, gentileza Marcelo Arias.



Constituyó por muchos años una importante fuente laboral, y antiguas familias de la zona coinciden en señalar una gran generosidad de los patrones para con sus empleados.

Urbano Fco. Arias y Alberto Leloir (en mangas de camisa) en el Haras, cerca de 1940 (gentileza Marcelo Arias)



Sobre este punto transcribiremos párrafos extraidos de la revista Mundo Agrario N° 34, de 1952 y que son parte de una extensa y muy ilustrada nota, cuya primera página figura en la portada de este capítulo.
“El Haras Myriam es tal vez el haras criollo por excelencia. Esa es su personalidad, compuesta por su fundador. El principio inalterable ha sido criar caballos argentinos, y sin apartarse nunca de él, su progreso ha marchado paralelamente al de los establecimientos llamados grandes que hasta no hace mucho parecían no poder producir sino con sementales traídos expresamente de Inglaterra o Francia.
El desenvolvimiento del haras Myriam se ha señalado a partir de 1932 con cifras muy respetables en las estadísticas que lleva la Asociación de Criadores; este haras, modesto en un principio y hoy a la par de los más importantes como que su plantel de yeguas ya no hallan espacio suficiente en las praderas de Castelar y tienen que emigrar a Pellegrini de donde viene la potrillada meses antes de las ventas en el tattersall…!”

Urbano Arias y el pura sangre Marón - 1962 (gentileza M. Arias)



“Hay por cierto, amplias secciones de boxes para la cuida de los productos, cuadros para el paseo de los “sires” y una calle larga y flanqueada por filas compactas de viejos eucaliptos en la que son vareados los potrillos todos los días. Baños, herrería, viviendas para los trabajadores, residencia del propietario y del administrador, enfermería, laboratorio, nada falta en Myriam para que las tareas propias del haras y la vida de la gente ocupada en ellas se desenvuelvan de la manera más eficiente y cómoda. Mientras esto se traduce en competencia y fidelidad del personal, como ejemplo del cual puede mencionarse el caso de Urbano Arias, encargado del haras, quien nació y se crió al lado, como se dice, del fundador. Lo primero cuaja en la calidad de los productos, en fortaleza y buena salud, sin lo cual no hay posibilidad cierta de que caballo alguno, por grandes que sean sus corrientes de sangre, de resultado ante las duras exigencias de la pista”.

Cómo se llegaba: los accesos
“Lo que ahora es la calle De las Montoneras (1) era una vieja entrada al Haras. A ambos lados tenía hileras de eucaliptos, algunos de los cuales todavía existen. Esta calle sería además como pista de vareo de caballos puros de carrera. Tenía 1100 metros de largo y conectaba Martín Fierro con el casco”. (O. Arias)
El acceso principal se hacía por Santa Rosa, “que comenzaba en las vías del ferrocarril y llegaba hasta De la Tradición. La pavimentación de Santa Rosa alrededor de 1936, facilitó totalmente el tránsito hasta el cruce de intersección de Santa Rosa (2) con el “camino de las liebres” (3), luego Virrey Vértiz, hoy De la Tradición. Hasta allí llegaba la primera línea de colectivos traídos por el asfalto” (José I. Ansorena).

Referencias

(1) De las Montoneras aparece en los planos como Thames pues en época del proceso militar le fue cambiado el nombre, volviendo al primitivo.
(2) Santa Rosa fue parcializándose, quedó igual hasta Gaona, luego tomó los nombres de De las Cabañas (hoy Repetto), Federico Leloir y Gobernador G. Udaondo.
(3) Con referencia a esta vía de comunicación es muy interesante recordar que formaba parte del famoso circuito América: “En él se corrían carreras de autos y motos (Riganti, Blanco…) Salían de Vergara y Gaona hacia el almacén de Santos Tesei, seguía por Pedro Díaz hasta la Zeta, y de allí  por el camino de las liebres hasta Gaona. Por Gaona se volvía hasta Vergara cerrando el ciorcuito. Era un trayecto variado pues contaba con tierra y asfalto por partes iguales” (José I. Ansorena)

El entonces adolescente Osvaldo Arias, sobre la tranquera principal, cerca de 1942 (gentileza M. Arias)

Precisamente sobre De la Tradición, donde se cerraba  Santa Rosa (hoy Udaondo) existía una enorme tranquera que vemos en la foto. Jovita Menéndez nos recuerda la apertura del tramo final de la Av. Udaondo en un bello texto que presentamos a continuación.

Pinceladas antiguas I
Cierro los ojos y la veo. Imponente, pintada en blanco y verde. Cerrando el paso a la Avenida Udaondo sobre la surcada calle de tierra. Centenaria arboleda cobijaba nuestra larga espera de viajeros hacia Castelar.
Detrás de esa misteriosa tranquera, atravesando aquel bosque inolvidable, se encontraban la casa solariega y demás dependencias del Haras Myriam.
Un día cualquiera, allá por el año 1947 el rezongar de motosierras rompió la barrera del silencio. Días, muchos días se sucedieron, hasta que el ruido cesó. Pero el olor no, eso fue otra cosa. El aroma a eucaliptos perduró por meses, se apoderó de nuestras neuronas olfativas y nos marcó para siempre con su fragancia terapéutica.
Cataratas de aserrín rojizo se deslizaban entre pesados troncos y sudorosos obreros. Los chicos estábamos de fiesta. Los adultos, imitando las hormigas, trajinaron con sulkys, charrés, chatitas o lo que fuera, trasladando a sus casas la preciada leña.
Así se abrió, cometiendo el primer holocausto botánico de la historia del barrio, el tramo final de la Av. Udaondo, desde Virrey Vértiz (hoy De la Tradición) hasta el río de las Conchas (hoy Reconquista).
Pero la tranquera no se fue, la corrieron transversalmente sobre la avenida de plátanos, que sombrea la actual calle Oyuela. Y ahí permaneció por muchos años más, hasta que el Haras fue parcelado y vendido. ¡Pero esa es otra historia! (Jovita Menéndez).

La disolución
El primer loteo se realizó entre Martín Fierro, Horacio Quiroga, La Tradición y el río, la parte sur del establecimiento. Fueron 150 has., las vendió la firma Matera y Bencich. Al fallecer uno de los Matera, la firma entró en sucesión, lo que provocó que numerosos vecinos no pudieran escriturar por muchos años sus propiedades. Esto fue entre 1948 y 1950. A pesar de que se lo llamó Barrio Parque Myriam, no tuvo caracteres de tal, salvo una pequeña franja cercana a De la Tradición. Los lotes eran pequeños y eso perjudicó la forestación. En esta zona hay formados varios sub-barrios: Santa Rita, Pachamama, Municipal, Santos Vega.

La inconclusa capilla de Santa Rita sobre la calle Segundo Sombra, Haras Myriam sur. Foto: Carlos Consiglio, 1999.


En una segunda etapa (1966), los Leloir le vendieron en bloque a la firma Lucchetti 68 has., desde Quiroga hasta Udaondo y entre La Tradición y Martín Castro. Nuevamente las reducidas dimensiones de los lotes terminaron de aniquilar el maravilloso bosque de eucaliptos que rodeaba el casco. Esta parte es la que hoy constituye el Barrio Parque Haras Myriam.

Barrio Municipal



Finalmente, las 85 has restantes le fueron vendidas al Sindicato de la Alimentación filial Capital en 1971. Cuando se construyó el Camino del Buen Ayre se le restaron 48. Recientemente esas tierras han pasado a propiedad de una empresa que está construyendo un barrio cerrado.

Alejandro Udaondo (izq.) y Urbano Arias durante la refacción de la casa remanente, después de la venta del casco en 1966. Tal vivienda quedó en lo que es hoy el barrio cerrado Altos del Sol (gentileza M. Arias).



Las Calles
En la parte sur del Haras Myriam, que abarca varios sub-barrios, las arterias paralelas a Martín Fierro llevan nombres de escritores: Benito Lynch, Ricardo Güiraldes, Enrique Larreta, Carlos Reyles, Zorrilla de San Martín, Miguel A. Camiono, Hoeracio Quiroga y José Hernández. Las transversales son de este a oeste: De la Tradición, Thames, Facundo, El Chacho, Segundo Sombra, Santos Vega, Martín Castro, Tabaré, Lucio Mansilla, Santiago Rocca y Junta de Mayo. Aquí se mezclan patriotas (Thames, congresal de 1816), personajes literarios de la gauchesca, caudillos, payadores (M. Castro), escritores (Mansilla). Sobre S. Rocca no tenemos datos.

La calle Calixto Oyuela, bordeada de plátanos, era el acceso a las rotondas del casco. Foto: CArlos Consiglio, 1999.



La parte norte, o barrio parque, donde están las rotondas, entre José Hernández y Gob. Udaondo, corren: Zapala (ciudad del Neuquén), De los Recuerdos, Del Recado, Rubén Darío, López Buchardo, Ollantay, Calixto Oyuela, alternan aquí poetas y músicos con obras literarias (Ollantay) y escritores (Oyuela). Las transversales son las mismas que las de la porción Sur, con excepción de Thames, que cambia por Francisco (“Pancho”) Ramírez, el caudillo entrerriano. De todas maneras esa calle, hoy con dos denominaciones, es conocida y nombrada por todos como De las Montoneras (por los Gauchos de Güemes). En la época de los militares ese nombre fue cambiado. La rotonda chica y la grande fueron denominadas Gral. Aguirre y Armada Argentina.

Lo que queda
Se conservan la casa de Mayordomía (hoy de la familia Cuello), el granero (casa del Sr. Guillermo Nowell), en Del Recado y De las Montoneras. El casco, bastante modificado en la Rotonda Chica. Todo esto en la parte norte del antiguo Haras, o sea el Barrio Parque.

Casa de mayordomía edificada en 1917, recientemente reparada por el Sr. Cuello. Foto: CArlos Consiglio, 1999.



Pinceladas antiguas II
El Jaulón
-¿Por qué no venís a jugar mañana?
-Bueno, dale ¿pero a qué hora?
-Cuando vuelvo del colegio, a eso de las cinco y media.
Y allí estuve, con un pie en el pedal de la bicicleta, esperándola.
En cuanto bajó del colectivo atravesamos la tranquera del Haras y enfilamos por la avenida de plátanos hacia su casa, charlando sin parar. Al llegar a la rotonda doblamos a la izquierda y fuimos subiendo la loma hacia el chalet principal. Pasamos la rosaleda y nos detuvimos por unos minutos para espiar la virgen. Se encontraba en un recinto hexagonal recubierto de vidrios coloreados. Siempre nos parecía milagroso verla tan blanca, irradiando a su alrededor una nube de luz anaranjada. El sol, que declinaba a esa hora producía ese fenómeno para nosotras tan espectacular.

Edificio del granero convertido en la vivienda del Sr. Nowell. Foto: Carlos Consiglio, 1999.


-Dale che, sigamos que tu mamá se va a preocupar si tardamos.
Reanudamos la marcha, seguramente Doña Anita nos tenía preparada la leche con pan y manteca. Pero antes de llegar al molino, la pajarera nos atrajo con su magnetismo y ya no hubo forma de pensar en otra cosa.

Portal del casco. Foto: Julián Núñez, 2000.



Aquel inmenso jaulón mediría aproximadamente 10 metros de largo por 2 metros de ancho y otros 2 metros de alto. Convivían en él por lo menos 50 clases de aves exóticas y de las otras.
Pavos reales, gallinas de Guinea, grullas, faisanes, aves del paraíso, perdices, gallinetas y patos de diversas razas caminaban por su suelo, mientras que en improvisados árboles formados por troncos muertos, saltaban y trinaban alondras, tordos, cardenales, mistos, jilgueros, cabecitas negras, palomitas de la virgen, zorzales y muchos más que lamentablemente mi memoria no recuerda.

El gran jaulón del haras, dibujo de Jovita Menéndez.


En el extremo izquierdo de la jaula había una separación de un metro y medio y allí estaban las cotorritas australianas parloteando todo el tiempo. Inquietas y saltarinas, era una fiesta verlas con su plumaje amarillo, verde y azul, sin encontrar entre tantas ninguna que se pareciera a otra. Pero las vedetes del lugar eran las ardillas! Diminutas y atentas, con sus colitas plumosas sobre el lomo color avellana, se colgaban del alambrado con la rapidez de un gamo, espiando por las rendijas para recibir un trozo de pan, o una galletita, o una nuez. Nos tenían hipnotizadas y no nos dábamos cuenta del paso del tiempo.
-¿Se puede saber qué demonios están haciendo? –la voz de Doña Anita rompió el sortilegio. Compungidas enderezamos hacia la casita que quedaba bajando la lomada.
-¿Será posible que sean tan inconscientes? Hace media hora que las espero con la leche servida y ustedes muy campantes perdiendo el tiempo en la dichosa pajarera.
Querida Doña Anita, éramos dos criaturas de 7 y 9 años, ¿qué íbamos a entender? Pero no se aflija, porque hoy que usted ya se fue al cielo y yo ya soy abuela, la comprendo perfectamente. (Jovita Menéndez)

Características actuales
Bien marcadas las diferencias entre áreas al norte y al sur de la calle H. Quiroga, ambas comparten la problemática del mal estado de sus calles, por las que no se pasan las máquinas para mantenimiento.

Edificio de la vieja escuela 37, luego n° 7, en la calle Segundo Sombra, que ha sido demolido. Foto: CArlos Consiglio, 1999.


En la porción sur se halla el establecimiento escolar más antiguo de Udaondo (1956) que fue considerado por muchos años como rural: la Escuela N° 7 (ex 37) en la calle Segundo Sombra. También se encuentra sobre Martín Fierro el Cuartel General de Bomberos de Ituzaingó. En Martín Castro y José Hernández tiene su sede La Coyunda, una prestigiosa asociación tradicionalista.


Martín Fierro al 4600. Foto: Carlos Consiglio, 1999.


El más reciente establecimiento educativo instalado en Segundo Sombra, vecino a la escuela n° 7.





Palco de autoridades en la plaza de la calle Segundo Sombra, instalado con motivo de celebrarse las primeras fiestas patronales del pueblo de Udaondo y la presentación de su escudo. Foto: Rolando Canteros, 1996.



Carruaje de La Coyunda en el mismo desfile. Foto: Rolando Canteros, 1996.


Entrada al predio de La Coyunda sobre Martín Castro. Foto: Carlos Consiglio, 1999.

El recordado Carlos Tavella desfilando con la Asoc. Tradicionalista La Coyunda en los festejos. Foto: Rolando Canteros, 1996.