La presente obra -en papel ilustración e impresa en colores- fue editada en el año 2005

ACLARACIÓN NECESARIA

Esto que podrán recorrer acá es fruto de un trabajo de digitalización y tipiado de los textos que componen la versión original del libro "Villa Gobernador Udaondo. Un pueblo poco conocido". Una aproximación a una historia de sus orígenes y evolución de Beatriz Cappagli realizado durante la cuarentena por la pandemia de covid-19 durante el mes de junio de 2020 y cuenta con la autorización de la autora.
Daniel Jorge Galst

Estimado Daniel:

Queremos agradecerte la enorme tarea que has realizado colocando esta obra al alcance de todos aquellos que se interesan por el lugar en que viven, sean nativos o residentes posteriores, y en espacial por los más nuevos, que están llegando en gran número a nuestro lugar. Impecable trabajo el tuyo, nos conocemos desde hace muchos años y siempre hemos compartido el interés por la cultura y el desarrollo social de la comunidad en que vivimos, desde el periodismo y la gestión en instituciones y actividades diversas. De nuevo, MUCHAS GRACIAS POR TU GENEROSIDAD.

Beatriz Cappagli y Julián Núñez - Editores de la revista Nuestro Lugar

C O N C L U S I Ó N

Hasta aquí cuanto hemos podido reunir e ilustrar con fotos de los archivos personales de diversas familias y testimonios de primera mano. Deseo expresar mi profundo agradecimiento a todos quienes hicieron posible esta obra, de una u otra forma. Una mención especial para los fotógrafos que tanto han contribuido con su valioso material gráfico especialmente realizado para la revista "Nuestro Lugar".
Espero haber logrado entusiasmar a otras personas para profundizar la investigación de nuestra historia local, rescatando las raíces que nos dan identidad y se plasman en un proyecto de futuro.
Beatriz Cappagli

"Árbol sin raíces no aguanta parado ningún temporal"

Este fragmento del autor uruguayo Mario Carrero sintetiza perfectamente el pensamiento que me llevó a elaborar esta obra: si no rescatamos lo que somos, no somos nada. A todos nuestros niños y jóvenes, a nuestros nuevos vecinos, deseamos transmitirles la identidad de nuestro pueblo.
Así podrán seguir construyendo una historia propia, porque "Conocer quiénes somos es lo que garantiza que sigamos siendo" según palabras del profesor José Enrique Romero, que encabezaron toda la serie de notas publicadas en la revista Nuestro Lugar, previamente a la aparición de este libro.

LA CABAÑA TUYÚ


La Cabaña Tuyú
Modelo en su género, tenía todos los adelantos de la época. Hoy constituye el INTA y con la reciente división de municipios quedó ubicada en Hurlingham. Pero constituye una unidad histórica, geográfica, ecológica y social con Villa Udaondo.
Para recrear su existencia, le dejamos la palabra a José Ignacio Ansorena, nacido allí e hijo de quien fuera administrador de éste y otros establecimientos de los Leloir-Udaondo.


Doña Hortensia Aguirre y Herrera (1868-1939). Sobrina biznieta de Pueyrredón. Casada en 1898 con Federico Augusto Leloir y Bernal, propietario de las tierras.


“La Cabaña perteneció a Doña Hortensia Aguirre, viuda de Leloir y a Guillermo Udaondo, casado con una hija de aquella, Marta Ma. Silvia. Administró desde el año 20 mi padre, Ignacio, vasco de nacimiento y que se casara luego con Josefa Guercio, vecina de Ituzaingó.


El administrador de la Cabaña, Ignacio Ansorena, en 1934 con el joven "Lucho", Luis Federico Leloir, quien sería luego Premio Nobel.


La extensión del campo orillaba las 1000 hectáreas. El casco, de unas 60, fue diseñado y parquizado por ingenieros franceses. Poseía especies únicas directamente importadas de Europa y también una gran plantación de caña bambú. Un lago artificial en forma de “ese” era atravesado por un puente, bajo el cual una compuerta mantenía el nivel. Existían patos, cisnes y peces. El puente, cubierto de glicinas, presentaba en su época de floración una magnificencia que era pintada por numerosos artistas que solicitaban permiso para tal fin.


Ignacio Ansorena, su esposa Josefa Guercio y sus hijos Susana y José Ignacio, 1928.
Vista del lago con sus cisnes, año 1930.


Vista actual del lago.

Recuerdo que en sus alrededores se filmó en el año 41 una película de Mario Soficci: “Cuando la primavera se equivoca” con Juan José Miguez, Elisa Galvé, Rosa Rosen y José Olarra. A un costado de la casa principal toda rodeada de grandes pinos y cipreses, con caminos de granza, existía un palenque, cuyo eje central estaba hecho con un fragmento de vías de “La Porteña”. Desde el vértice superior bajaban alambres hasta el suelo formando una “sombrilla” cónica, colmada de glicinas y rosas mosqueta.
Guillermo Udaondo con su hijito y uno de los toros premiados de la Cabaña.


Vista del puente y la compuerta.
Casa principal de la Cabaña, con el marco de la forestación diseñada por Carlos Thays.


Ejemplar vacuno de raza Jersey, criado para la obtención de leche y manteca, de exclusivo consumo familiar. Muy apreciada en la época por su alto tenor graso.



En todo el caso existía agua corriente y luz eléctrica.
La Cabaña, en principio se dedicaba a la cría de vacunos Hereford. En 1927 o 1927 obtuvo el Gran Campeón Macho en la Sociedad Rural Argentina. También se criaban perros, cuyos ejemplares se presentaban en las exposiciones del Kennel Club.


Actual Instituto de Genética en lo que era el tambo número 1.



El fuerte era la lechería. Había tres grandes tambos. La leche era llevada diariamente hasta la planta pasteurizadora ubicada cerca de La Paternal, adonde llegaba el producto de otros tambos de Suipacha. Tal producto era vendido en negocios de la Capital Federal, Morón y Hurlingham. También hacían reparto a domicilio. Otros eran la miel y los huevos.
Estos provenían del criadero ubicado sobre Las Cabañas y Leloir. Varios galpones albergaban unas 3000 ponedoras Leghorn. Un buen monte de árboles sombreaba el lugar con la casa del encargado incluida.


La casa del criadero de aves, junto al Arroyo Soto, como se encuentra hoy.


El apoyo logístico a toda la organización se brindaba también desde la cabaña. Para ello se contaba con una carpintería, que efectuaba todos los arreglos de carros, chatas y demás elementos de trabajo.


El palomar en plena construcción, circa 1930.


Parte superior interna. Los mechinales (huecos para anidar las palomas) no llegaban hasta el piso como en construcciones similares.

 Una herrería efectuaba los arreglos necesarios para mantener la flota de autos y camiones, como así también la maquinaria agrícola. Los arneses eran fabricados y reparados en la talabartería.
Para el mantenimiento de los animales se araba y sembraba alfalfa, maíz y otros cereales, contándose para eso con tractores, arados, sembradoras, rastra de disco, guadañadoras, etc.


Uno de los galpones que se usaban como talleres y depósitos. 


Tractor de las primeras décadas del siglo usado en la Cabaña.


“La Cabaña Tuyú contaba con los últimos adelantos del momento.  Para desplazarse de un lugar a otro se contaba con aviones WACO y con hangares y mecánicos especializados. Había uno abierto para dos pasajeros (uno detrás de otro) que generalmente usaba Marta y una amiga, que era una de las dueñas de “La Prensa”, (Gainza Paz de Sánchez Elía). Otro avión con cabina era utilizado por don Guillermo, que era presidente del Club Aéreo “Los Patos”, cuya sede estaba donde después se instaló la Base Aérea de Morón. Precisamente allí, en el año 1936 don Guillermo Udaondo (h) encontró la muerte en un accidente aéreo. Mientras él descendía, otro avión estaba decolando y chocaron en el aire.


Los hangares para los aviones que usaban los Leloir. El de la derecha tenía la manga que indicaba la dirección del viento. 
Dependencia de la casa principal (cocina y despensa) a la que está unida por una galería.



Había también una quinta de verduras e invernáculos que  producían toda la verdura y las flores necesarias para el consumo interno de la Cabaña.
Es importante destacar cómo se trataba al trabajador en la Cabaña Tuyú, que podía considerarse que estaba en una situación privilegiada.
Los peones solteros vivían en habitaciones de material (dos por pieza) separadas del comedor por un gran patio de ladrillos, que también las separaba de los baños, con ducha, detalle muy importante para la época.



Casa del personal de servicio en los años 30.

Durante el verano y antes de salir a trabajar, tomaban un jarro de mate cocido.
Los sueldos eran excelentes: a los solteros les pagan 60 pesos por mes, casa y comida. A los casados 75 pesos mensuales, casa, carne, verdura, galleta, yerba, fideos, azúcar y otros alimentos básicos.
Los chicos de los puesteros, tamberos y empleados íbamos a la escuela a caballo, aproximadamente a dos o tres kilómetros estaba la Escuela 9, cuyas maestras venían de Morón. El camino era llamado Tuyú (que corresponde a la actual calle Aristizábal).


Carruaje que fuera usado en la Cabaña y que se hallaba en pie hasta hace muy poco tiempo.


Debo recordar que en todo el casco había agua corriente y luz eléctrica. También existía una planta donde se desgranaba el cereal y se hacía la molienda.


Las familias Amort y Lanfranconi en la Cabaña Tuyú, alrededor de 1925. Los Amort eran tamberos y Lanfranconi era mecánico de aviones y se ocupaba del mantenimiento de los mismos. Gentileza Marcelo Arias.


En el año 1940 o 1941 se vendió en 4 millones de pesos al Instituto Movilizador Argentino que después lo transfirió al Ministerio de Agricultura”.



Elsa Amort de Arias (la madre de don Osvaldo Arias), su hermano Carlos y esposa en Cabaña Tuyú, 1928, gentileza M. Arias.

Registro de Josefa Guercio de Ansorena (1930) que tenía fama de excelente conductora, muy hábil en el barro. Manejaba diversos vehículos de la Cabaña.

Y así llegamos a la segunda etapa de esta propiedad que  fuera uno de los mejores establecimientos del agro argentino. Ahora rastrearemos el origen y desarrollo del INTA, para lo que hemos consultado al Ing. Enrique Antonelli, quien nos facilitó material para obtener datos fidedignos.

El INTA, su origen
Como se ve, ya en la década del 30 se pensaba en obtener las tierras de la Cabaña por parte del Estado Nacional, pero esto solo se concretó a mediados de la década siguiente.
En el libro “El Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias”, editado por INTA en 1959 y que gentilmente nos facilitara el Ing. Antonelli, encontramos los siguientes datos: “En 1944 el Ministerio de Agricultura dio un gran paso en el sentido de hacer realidad el viejo anhelo de disponer de un Centro de Investigaciones al adquirir en el partido de Morón, una extensión de campo de más de 900 hectáreas para asiento de sus núcleos de investigadores.


Magnífica toma aérea del INTA, tomada desde Las Cabañas hacia el norte. Foto tomada por Piccinini en 1960, gentileza In. Blanca de Eiberg. Las referencias numéricas son: 1. área del botánico (13 has), 2. Palenque y pérgola circular, 3. Casa principal, luego laboratorio de Biología Celular, 4. Guardia y acceso, 5. Vivienda del intendente (antes del administrador de la Cabaña, 6. extremo del lago, hoy seco.


En 1945 los institutos se agruparon, según su especialidad en la Dirección General de Investigaciones Agrícolas y la de Investigaciones Ganaderas respectivamente.  La organización adquirió luego formas más definidas con la Ley de Investigaciones Agropecuarias, donde ya se habla, categóricamente, del CENTRO NACIONAL, como sede de sus institutos, lo que se confirma al crearse el I.N.T.A. (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) por decreto ley N° 21.680 del 4 de julio de 1956 y su posterior reglamentación en 1957”.


Extensión original del INTA, que perdió luego la porción sobre el río (Barrio Nuevo), otras sobre Pedro Díaz (nuevos barrios) y hacia Gaona (cementerio parque y vivero municipal Hurlingham). Del libro "El Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias" INTA 1959, gentileza Ing. Antonelli.



Instituto de Botánica Agrícola (hoy Recursos Naturales)
“Se organizó sobre la base del antiguo laboratorio de Botánica fundado por Carlos Spegazzini a fines del siglo pasado. En 1944 amplió notablemente sus funciones (…) y en 1949 adquiere categoría de Instituto”.
En esa época comienza sus investigaciones en Castelar, donde inicia la implantación de su extenso Jardín Botánico.

El INTA hoy
Después de numerosas reestructuraciones a través de más de 40 años, y de desprenderse de varias porciones de tierras periféricas, hoy el INTA está nuevamente reorganizándose para adecuarse a los nuevos tiempos. Su extensión actual ronda las 680 hectáreas.

El jardín botánico nacional
Transcribimos un trabajo realizado por la Dra. Ana María Molina, directora del mismo, a quien agradecemos mucho su fundamental colaboración.


Vista del Jardín Botánico Nacional (foto Carlos Consiglio).


Ubicación
“El Jardín Botánico Arturo Ragonese” está localizado en Castelar* (34° 40 latitud S 58| 39 longitud O), a una cota de 22 mts. Sobre el nivel del mar; con suelo llano, arcilloso, poco profundo, neutro, con vegetación de pradera graminosa; el clima es templado, mínima absoluta de -7,8°C, máxima absoluta 40°C y media 16°C. Precipitación media anual de 1050 mm y humedad promedio 72%. Ocupa una superficie que se aproxima a las 23 hectáreras.”

Antecedentes
“La introducción y exploración de plantas útiles, a nivel oficial fue tarea del Ministerio de Agricultura de la Nación. Así Carlos Spegazzini fundó a fines del siglo pasado el “Laboratorio de Botánica”, concebido para asesoramiento y enseñanza de la Botánica Taxonómica y del público en general. Alrededor de 1947, el Ing. Agrónomo Arturo Ragonese (1909-1992) creó el Jardín Botánico de Introducción y aclimatación de plantas. Los ejemplares cultivados lo fueron en su gran mayoría de semillas, provenientes del canje internacional y de las exploraciones de recolección realizadas por todo nuestro país. Para fines de 1948 se comenzó la plantación y ubicación de los primeros ejemplares vivos en la sección sistemática.
En 1949 adquiere la categoría de Instituto de Botánica Agrícola, incorporándose al Centro Nacional de Investigaciones Agrícolas. En un terreno de media hectárea se instaló un vivero con un pequeño invernáculo, almacigueras, reparos y depósitos. En el resto del campo se estableció el jardín botánico y el anexo de colecciones fitogeográficas y de comunidades edáficas. Con la creación del INTA, su desarrollo se fundamenta sobre la base de Programas de Cultivo y Especialidades Agronómicas.
La Colección Sistemática y las Formaciones Ecológicas y de Comunidades Florísticas comprendían alrededor de 3500 especies vegetales para los estudios de Taxonomía, Mejoramiento Vegetal, Análisis Fotoquímicos, etc.
Posteriormente por iniciativa también de Ragonese, se comienza con la elaboración y publicación de las “Floras Regionales” (Patagónica, de Buenos Aires, de Jujuy, etc.). Las plantas que sirvieron de base para esta obra se conservan en el Botánico y también en el herbario como material seco.
·         N. de R.: Siempre se lo denominó por la vía de ingreso, que era Castelar, aunque nunca perteneció al éjido de esa localidad. Hoy es partido de Hurlingham, pero se llega por Udaondo (Parque Leloir).
Paralelamente se intercambian semillas con más de 300 organismos similares de distintas partes del mundo, mediante el Index Seminum o Catálogo de Semillas, constituido por unas 100 especies autóctonas y único en este aspecto. Este emprendimiento fue posible con la labor de alrededor de 60 empleados, científicos y de campo, a cargo del mantenimiento de plantas de todo el mundo, que recibían cuidados intensivos”.

Situación actual
“El Botánico se designó con el nombre de Arturo Ragonese en julio de 1995 como homenaje póstumo a su impulsor, brillante investigador, viajero incansable, gran conocedor de la vegetación argentina.
Estuvo reservado por casi 50 años a tareas de investigación del INTA y a visitas de estudiantes universitarios. Si bien contiene una importante colección de plantas vivas científicamente ordenadas, muchas de ellas se perdieron por falta de presupuesto para el área. Finalmente en 1990 fue desafectado el escaso personal que había quedado. Hoy cuenta con dos investigadores y un técnico part-time, la colaboración de algunos investigadores de Universidades, de otros botánicos y de la Sociedad Argentina de Botánica, así como de profesionales “ad honorem”. Ello es insuficiente para desarrollar las múltiples tareas indispensables”.

Objetivos
Los tres principales son:
Investigación científica
Educación ambiental
Conservación de la biodiversidad.

Hasta aquí las palabras de la Dra. Molina. Nosotros agregamos que en 1995 se realizó una concesión a una entidad privada, para el rescate del Jardín. Al no resultar lo que se esperaba, se rescindió el contrato.

Todas las fotografías actuales del INTA fueron tomadas por Carlos Consiglio en 1998.
Las fotos antiguas de la Cabaña Tuyú son gentileza de José Ignacio Ansorena.

Agradecimientos a: José I. Ansorena, Edgardo Mateo, Rolando Goyaud, Ing. Antonelli, Ing. Blanca de Eiberg, Dra. Molina, Julio “Pajarito” Méndez, Marcelo Arias.

CAPÍTULO 8. La Cabaña Tuyú y el INTA

El Palomar. Foto: Carlos Consiglio

ANEXO AL CAPÍTULO 7


La Estanzuela Sumampa
Dentro del área que hemos denominado “Los barrios del Este”, la parte llamada Parque Sumampa recibió ese nombre por corresponder a las tierras que fueron el criadero Sumampa en las primeras décadas del siglo XX.
El establecimiento, dedicado a la cría de cerdos, abarcaba 25 has. Y pertenecía a la familia López Lecube. Posteriormente pasó a propiedad del Dr. Norberto Gorostiaga, quien cerró el criadero y loteó la mayor parte de las tierras, cediendo una parcela al Obispado de Morón para la capilla y quedándose con la porción del casco, casi 2 hectáreas y media con fines recreativos y de descanso.
Tal como se menciona en el capítulo dedicado a Sumampa esta subdivisión se produjo sobre fines de la década del 40 y comienzos de los 50. 

La edificación principal, demolida en 2004. Estos testimonios fotográficos (ver portada del cap. 7) son lo único que nos permite visualizar ese pasado del que no queda ningún otro rastro. (Fotos: gentileza Dr. Walter E. von Rentzell)


La ubicación del casco restante corresponde a las actuales calles Del Mangrullo, Del Chiripá, Del Pórtico y N. Gorostiaga. A su desaparición, queda para su hijo Norberto Manuel, que más adelante (1964) forma una sociedad con el Dr. Walter E. von Rentzell.
Años después éste se retira de la msima, que sigue con la posesión de la quinta hasta 1988, cuando se la vende a Juan A. Guarino. En los primeros años de este siglo se enajena para un emprendimiento inmobiliario del tipo barrio cerrado, que está ocasionando graves problemas ambientales al vecindario por su alta densidad y la falta de infraestructura en Villa Udaondo.
Agradecimiento: a don Luis Indarte, a quien debemos el acceso a las fotos y el testimonio personal del Dr. Von Rentzell.

7.2 Parque Sumampa* y Parque Hermoso


·         Este vocablo significa “hermosa agua que corre”.

Ubicación
Son sus límites: al norte Av. Udaondo, al oeste Federico Leloir, al sur Av. Gaona y al este el vértice Udaondo / Gaona. La denominación de Parque Sumampa abarca desde Leloir a El Tirador; de allí a Puente Barcala es Parque Hermoso. Dentro de lo que podríamos llamar la franja de Sumampa hay dos sub-barrios: al sur el llamado “Barrio Zapatero” (Leloir, Jacarandá, De las Nazarenas y Gaona). Al norte “Villa Angela” (Udaondo, Del Chiripá, Jacarandá, El Tirador). Son terrenos suavemente ondulados, entre las cotas de 24 y 25 metros, con un punto considerablemente más bajo en Del Ombú y Leloir, que colecta las aguas de los declives aledaños para formar el arroyo Forletti.

Antiguos tenedores de tierras
Nos remontamos a la segunda mitad del siglo XIX con los planos del Ing. Sourdeaux (primera mensura de Morón, 1866). Las tierras fiscales que salieron a la venta en 1868 tuvieron como primeros adquirentes a Juan Bautista Reboliati y a Lorenzo Marzano; Los Bonino fueron sucesión de Marzano. Está claro que los Leloir no poseyeron fracciones en el área que estamos relevando.
Para los años 40 del siglo XX la franja entre Leloir y Jacarandá, desde Udaondo a Gaona era lo más parcelado. En Udaondo y Leloir había estado una de las quintas de verdura de Marcial Salomón y entre el 41 y el 42 se instala la granja Maryland, de la familia Magdalena, cuyo último miembro vive en lo que queda del predio.  Una superficie mayor, yendo hacia el este, ocupaba el criadero Sumampa; luego seguía la Quinta El Capricho y otras fracciones menores hasta el vértice Udaondo / Gaona.

Evolución
A fines de los 40 y comienzos de los 50 se traza la urbanización del Parque Sumampa, siguiendo el lineamiento del vecino Parque Leloir, sobre la tierra que había ocupado el criadero primero y la quinta de verano más tarde. Su casco se encontraba en El Pórtico y Del Chiripá, y tenía la única forestación importante de los alrededores. Para esa época, el sindicato del calzado compró un triángulo comprendido entre Leloir, Gaona y De las Nazarenas, destinado a la construcción de un barrio para sus afiliados. Para 1954 estaban ya construidos los chalets que pueden verse por Gaona entre Leloir y Jacarandá; el resto de los lotes no se pudieron edificar por los avatares políticos y la suspensión de los créditos. Se fueron vendiendo poco a poco, baldíos.
La docena de manzanas que constituyó Villa Angela fue loteada por la inmobiliaria Juan Boracchia a mediados de los 50, dando origen a un barrio totalmente diverso del Parque Sumampa, de lotes pequeños que albergarían una edificación muy modesta.
Con respecto a la quinta El Capricho su fraccionamiento más tardío formó el Barrio Parque Hermoso, también de características sencillas. En 1962 se instaló una gran fábrica textil sobre Gaona entre Los Paraísos y Los Cardales, la famosa “Amasia” de la familia Palandjouglous. En 1989 pasó a llamarse “San Nicolás”. Actualmente produce telas para tapicería y camisería fina. La hilandería está en Tucumán, la tintorería en Beccar y la tejeduría es la que se encuentra en Villa Udaondo.
Con respecto al casco de Sumampa, única porción indivisa, acaba de constituirse en un barrio cerrado denominado María del Parque. Son 3 hectáreas, delineadas por El Pórtico, Gorostiaga, Del Mangrullo y del Chiripá. La vieja casa fue demolida en 2004, ya que no estaba en condiciones de ser reciclada.

La capillita de Sumampa en la calle Del Mangrullo (foto: Julián Núñez, 2003).


Las calles
Las arterias paralelas a Udaondo son: Ollantay (pieza teatral de Ricardo Rojas sobre una leyenda dramática incaica); Del Chiripá (prenda de la vestimenta gaucha en los siglos 18 y 19); Del Ombú, José Aramendi, De las Nazarenas (tipo de espuela); Hinojo, Del Malambo, De la Noria. Las transversales: Federico Leloir, (propietario de la Cabaña Tuyú y padre del científico Luis F. Leloir); el pasaje Carlos Malbrán, Jacarandá, Del Pampero, Del Mangrullo, Del Chajá, De la Rastra, Del Pórtico, Del Mate Amargo, Del Tirador, El Zonda, Patricias Mendocinas, Los Cardales y Los Paraísos.

Una silueta emblemática de Parque Hermoso, sobre Gaona: la bella construcción de madera de Puerto Molino, en puro estilo holandés, frente al Puente Barcala. Se encuentra al costado de la "Algodonera San Nicolás" (foto Rolando Canteros, 1998).


Como se ve, varias tienen connotaciones botánicas, muchas son alusivas a usos, costumbres, objetos criollos. También las hay de referencias zoológicas, ya que además de El Chajá, hay dos callecitas de una cuadra que se llaman La Cachirla (ave también llamada correcaminos) y Los Potros.
Otras dos calles de dos cuadras paralelas a Udaondo son Pedro Escudero, que alude al primer director del Teatro Municipal de Morón “Gregorio de Laferrere”, y Norberto Gorostiaga, del cual carecemos de datos. No sabemos a qué se refiere Del Pórtico, ni si Malbrán recuerda al científico o a alguna otra persona del mismo nombre relacionada con el partido entonces Morón, lo cual constituía la tónica para la nomenclatura vial. Con respecto a José Aramendi, mencionado más arriba, era un antiguo vecino de Morón que fue Alcalde de la Sta. Hermandad a fines del siglo 18.
Toda la zona tiene una sola plaza, ubicada entre El Zonda, Aramendi, Patricias Mendocinas, y Los Potros. No hay escuelas; los templos son la capillita de Ntra. Sra de Sumampa, en la cual los santiagueños celebran su fiesta en noviembre, y la de Ntra. Sra. Del Carmen aun inconclusa. Existen algunas instituciones: la más importante es AVVA (Asociación Vecinal Villa Angela), con sede propia en De la Rastra 827, también la Asociación Vecinal Parque Hermoso y el comedor comunitario Juan Cabrera.

Testimonios sobre el Barrio Zapatero
“Nosotros vinimos acá en el año 60 cuando compramos este lote a una compañera de trabajo que había salido adjudicada en los sorteos del Sindicato del Calzado. Yo trabajaba en Grimoldi, en la Capital (y allí me jubilé) pero no me anoté nunca para los sorteos porque no tenía fe. Selva Rojas, compañera mía y amiga, salió sorteada acá a la vuelta y se vino y nos convenció, así que le compramos a otra persona que había tenido suerte pero no se animó a venir. Este era uno de los lotes que habían quedado vacíos porque después del 55 no se edificó más”.
“Yo iba a trabajar al Once y viajaba en tren. Para eso salíamos juntas con Selva, me pasaba a buscar a las tres y media de la mañana para tomar un único ómnibus que pasaba por José María Paz y Zanni. Había que llegar hasta ahí a pie, atravesar Gaona: no había caminos y sí unos enormes cardales; yo era miedosa… Si perdíamos ese colectivo teníamos que “hacer dedo” para llegar a la estación de Castelar”. (María Coronel de Méndez).
“Esto era puro campo, éramos tres o cuatro vecinos; en nuestra manzana éramos los únicos hasta hace 6 o 7 años. Veíamos las perdices y las liebres en los pastizales de los terrenos baldíos. No había luz, y recién en el año 70 o 71 conseguimos la electricidad: en la calle la pagamos entre todos los vecinos y en las casas nos colocaron los medidores. Recuerdo que por 10 años más o menos tuvimos heladera a hielo y después a kerosene. Era grande el que tenía un sol de noche”.
“Como dije, éramos pocos vecinos: Selva Rojas, familias López, Romero, Lorenzo, Velásquez, Tuffo. Con gran sacrificio pudimos hacernos esta modesta casita. Los chicos del barrio iban a la Escuela del Barrio Aeronáutico, cruzando Gaona; algunos a la escuela del INTA, pero para llegar allá era un barrial terrible.” (Pascual Méndez).


Imagen en autopista y Puente Barcala



Agradecimientos: a “Tonino” Mónaco, Pascual Méndez y María C. de Méndez, Rosa S. de Tuffo, Juan Ferreira, Instituto Histórico de Morón.