La presente obra -en papel ilustración e impresa en colores- fue editada en el año 2005

4.2 Barrio La Liebre


Ubicación
Delimitado por las calles Udaondo, De la Tradición, De las Cabañas y la Autopista (antes el río), las tierras que constituyen este barrio fueron parte de la “Chacra Vieja”, primera propiedad adquirida por el pionero Alejandro Leloir Sáenz Valiente allá por 1870 a Benito Vergara. Heredadas por su hija Clara, a la muerte de ésta se lotea el área, alrededor de 1932. Las fracciones eran muy amplias y había importante arboleda. La baja densidad poblacional de aquellos días y los tramos de campo abierto entre un monte y otro permitían que la fauna silvestre –como la liebre- fuera comúnmente avistada y diera denominación al barrio y a la actual calle De la Tradición, que según refería Don Osvaldo Arias, era nombrada como “camino de las liebres”.

Los nombres de las calles
Las paralelas a Udaondo llevan nombres de políticos que formaron parte del gabinete ministerial del gobernador Udaondo: Julián Balbín, Emilio Frers, Ignacio Alsina. Más tarde se abrieron Lorenzo Caro, Fragata Pte. Sarmiento y Chimborá, que aparecen sólo por tramos, no están abiertas en su totalidad. Las transversales llevan nomenclatura de 1952 (la anterior la mencionaremos en el capítulo del Parque Leloir): De la Tradición, Francisco Ramírez, Facundo, El Chacho, Del Pretal, Santos Vega, Del Gato, Tabaré, Del Cabestro, que recuerdan a caudillos, personajes literarios de la gauchesca, objetos criollos, danzas nativas.
De la calle Chimborá desconocemos el significado, aún no hemos hallado nada, de Lorenzo Caro nos falta información aunque Alberto César Lacoste menciona en su libro “Las mejores plumas del gallo de Morón” a la librería y juguetería Sarmiento, de Lorenzo Caro (pág. 109 de la edición de Autores Asociados, 1991). Es todo lo que tenemos.
Las calles que desaparecieron por la construcción de la autopista fueron: Lucio Mansilla, Cruz del Sur, Cacheuta, Juanita Consejero y De la Querencia.

Los comienzos
Pavimentada Udaondo en 1936 hasta la entrada del Haras Myriam, permitió la llegada de colectivos que conectaban con las estaciones de Castelar y Morón. Para entonces, ya se había instalado en Balbín y De la Tradición don Leandro Demichelis con su familia, construyendo vivienda y comercio: almacén, despacho de bebidas y lugar de recreo, conocidos también como “La Liebre” (1934).
Don Antonio Aznar García llegó a la edad de 10 años con sus padres desde España, en 1924 y cuenta que su amigo Carabio, otro antiguo residente, atribuía el nombre a la gente sin recursos “que corría la liebre”.

Frente del comercio Demichelis, década del 30 (gentileza O. D.)


Lo cierto que todavía subsiste la vieja casa que albergó por tantos años los negocios mencionados, y también la estafeta postal. Está muy vivo en el vecindario el recuerdo de Doña Lidia Carnevale de Demichelis, que a la prematura muerte de su esposo manejó con rienda firme la familia y el comercio. La construcción ha sido remodelada en los últimos tiempos por su hijo Oscar, nativo de nuestro pueblo y residente permanente, lo mismo que sus descendientes. Por su parte, Don Antonio Aznar, cuyo padre trabajaba en la Cabaña Tuyú, hoy con 89 años es el vecino mayor y más antiguo. Recuerda con nostalgia los bailes que se hacían en lo de Demichelis durante su juventud y que constituían la “distracción”, al igual que las carreras cuadreras y de sortija, para toda la gente trabajadora del Myriam.


Don Leandro Demichelis en sus años mozos. (gentileza Oscar Demichelis)

“El primer almacén de la zona La Liebre también funcionaba como sede de un club que organizaba bailes familiares. En verano se usaba una pista de tierra apisonada; a cada r4ato se paraba el baile para regarla y evitar que se levantara el polvo. El secretario del club se llamaba Hesperidión Ceballos y era un puestero de la Cabaña Tuyú” (testimonio de José Ignacio Ansorena)

Doña Lidia Carnevale, tal como la conocimos por los años 60. (Gent. O. D.)

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En 1941 se abrió la Escuela Apostólica con el seminario y la capilla de la Inmaculada Concepción. El sitio, aislado y tranquilo, era ideal para el recogimiento religioso. En esta  década y en la del 50 no hubo cambios notables en la fisonomía del lugar, mayormente constituida por grandes quintas para vacacionar. 
Don Antonio Aznar García, el más antiguo vecino del pueblo. (gentileza O.D.)


La casona como se hallaba a fines de los 90, ya cerrado el comercio. (foto Carlos Consiglio).




Algunos apellidos que podemos recordar eran Tagliaferro, Turchetto, Aparicio, Vaccarezza, Grossi, Reicher, Zeppi, Caracotche, Biblos, Moscovich, Rizzo, Neira, Biscay. Las familias radicadas en forma permanente eran los Arias, Amort, Aznar, Demichelis, Vergara, Potrich, CArabio, Zaragozi, Pien, Barale, Barallo, Rombaldoni, Pinedo, Macagno, Battagliese, García, Menéndez, Kusiszyn, Mercurio. Los escolares se trasladaban en su mayoría a Castelar para asistir a la escuela 7 de Castelar en la calle Arredondo, ya que el colectivo los dejaba en la esquina. No faltaba tampoco el personaje famoso. En la calle Frers, contra el río, tenía su casita de verano el recio actor Mario Passano, residente con su familia en el centro de Ituzaingó y un enamorado del lugar. Las familias Caccaviello y Lambruschini eran quinteros que llevaban sus productos a las ferias zonales.



Mario Passano (gentileza Museo Goyaud)


La casa que tenía el actor cerca del río. (gentileza Ricardo Passano)


El río perdido
Toda esa zona sufría importantes inundaciones periódicas, algunas muy notables como la de la foto, que llegaba casi hasta el Lourdes.
Posteriormente la construcción de la presa Roggero en las nacientes del Reconquista (1972) disminuyó drásticamente los niveles de crecida. Finalmente la construcción de la autopista Camino del Buen Ayre modificó la topografía y el paisaje, divorciando del río a la población que lo frecuentaba. Por otra parte, el barrio quedó encerrado pues no tiene acceso a la autopista.



La gran inundación de 1966, vista de la calle Balbín. (gentileza Jovita Menéndez).


Poética imagen de la orilla del Reconquista en los años 60, cuando todavía se podía disfrutar del río (foto: Vera Said)


Pinceladas Antiguas III
Por Jovita Menéndez
Los perros salen al galope ladrando sin parar, me asomo a la ventana para ver qué sucede. Es un jinete solitario, vestido con “joggins” y gorra con visera hacia atrás. Sonrío para mis adentros pensando que hace cincuenta años, cuando era chica, los perros salían a atacar si pasaba un auto, pero ignoraban a los caballos por ser lo cotidiano. Hoy en cambio son la rareza y los autos lo cotidiano.
Los equinos de entonces eran los protagonistas de la locomoción del lugar. Los había de raza, como los alazanes, esbeltos con sus crines casi blancas y una estrella en la frente. Los montaban jóvenes o viejos de porte distinguido, enfundados en breches, botas altas lustrosas y montura de lujo en cuero repujado.



Jovita Menéndez, más conocida como "Pichona", antigua vecina del Barrio La Liebre (gentileza J. M.)

Inolvidables en mi memoria don Alejandro Leloir y su amigo Videla Dorna, al tranco por la alameda del Haras. También la admiración como muchacha al hijo del Dr. Vacarezza, con su gallarda apostura paseando en su alazán patas blancas.
Luego estaban los caballitos criollos, algo más petisos, anchos, marrón oscuro, con recado de oveja, manejados por jinetes de alpargatas, bombachas, faja negra, cuchillo y la infaltable gorra de vasco. Rememoro algunos apellidos como Moreira, Vera, Magrino, Don Lencho pertenecientes al barrio y Ortega, Aschiero, Artaza, Romero, etc. Que trabajaban en el Haras Myriam.
Alguno que otro pintado, grande y brioso, conducido por gauchos ataviados con bombacha plisada, bota corta, sombrero aludo y rastra y facón de plata. Se contaban entre tantos don Juan Popp, Juan Goñi, Andrés Poh, Villarreal, don Jovo Taqueño, Héctor Cannevari, Izurieta y tantos otros que amasaron esta historia con su aporte anónimo.

También pasaron rumbo al almacén lungos de pelaje hirsuto portando chicos descalzos y mocosos, montados en pelo, mientras que tordillos, ruanos y bayos eran la preferencia de una amplia gama de extranjeros, integrada por italianos, polacos, lituanos, checos y alguno que otro portugués.
En cuanto a las amazonas, casi todas pertenecían a la clase alta y alquilaban su monta en “La Pérgola” de Martín Fierro, y algunas (muy pocas), chicas del barrio. Tal el caso de Faustina Marengo, que arreaba hacia terrenos con pasto las vacas de su padre, siempre “de a caballo”.
Tampoco faltaban en las fiestas patrias, donde aparte de desfilar, corrían cuadreras y la infaltable carrera de sortijas. Era de destacar don Chino Amort, que siempre llevaba al lado a su nieto Jorge Moglie, en un simpático pony con escarapela en la frente y toda la indumentaria gaucha igual a la de su abuelo.
Pero no todo el barrio tenía caballo y muchos se movilizaban en carruajes de todo tipo y condición de los que hablaré en una próxima ocasión.

Actividades Sociales
Década del 40: la construcción de un quincho de considerables dimensiones en el predio de la familia Demichelis, donde se harían luego bailes muy recordados por los pobladores. (gentileza O. D.).
El quincho terminado que se inauguró allá por 1943 (gentileza O. D.)
Baile con orquesta, como era común por los 60, ya en la recién constituida Soc. de Fomento La Tradición (gentileza O.D.).



“En 1954 un grupo de jóvenes nos juntamos dando origen al Club Vecinos Unidos de Villa Udaondo. Nos reuníamos en la esquina que nos prestaba la familia Demichelis y organizábamos fiestas y bailes. Cuando ya no nos pudieron facilitar más el predio, no recuerdo porqué, nos trasladamos a un terreno que tenía Barallo. No sé bien como fue, pero en ese ínterin se produjo un cambio, desapareció el club y se formó una sociedad de fomento” (testimonio de Jovita Menéndez).



Don Basilio Pien (izq.) y Osvaldo Arias. Foto tomada en el Haras Myriam en 1958 y dedicada "A mi amigo Osvaldo con todo afecto" (gentileza Marcelo Arias).


Según documenta el Dr. Guillermo Villegas, en 1956  se constituyó tal entidad con el nombre de “Villa Udaondo”, presidida por el Dr. Antonio Ghibaudi. Parece que tuvo efímera existencia, ya que en enero de 1957 nace la Unión Vecinal “La Liebre” (nombre que se impuso por un voto de diferencia sobre “Barrio La Inmaculada”). Presidía el Dr. Vaccarezza y como no tenía sede, las reuniones se hacían en casa de vecinos.
En 1960 se forma la Sociedad de Fomento cuyo primer presidente fue el Sr. Basilio Pien; tomó el nombre de “La Tradición” y luego de un período de gestiones se obtuvo la cesión del terreno de la calle Balbín por parte de su propietario el Sr. Barallo.


El Sr. Di Matteo y las organizadoras de la Biblioteca Popular 9 de Julio (gentileza Daniel Brondo)


“En los primeros diez años tuvieron una actuación fundamental y una dedicación notable los señores Macagno, Cannevari, Moglie, Battagliese, Eladio Fernández, García, Barallo y los sacerdotes de Lourdes, padres Menapace y Vivaldi”. (testimonio de B. Pien.
Con los altibajos propios de todas las instituciones barriales, ésta subsiste hasta el presente, siendo importantes gestores en su recuperación primero Luisa Farías de Macagno y luego Ennio Di Mateo como cabezas visibles. Un logro importantísimo de los últimos años ha sido la conformación de una biblioteca popular, ya reconocida por la CONABIP que cumple una valiosa función de difusión cultural y ayuda escolar. Los motores de este emprendimiento son tres mujeres: Beatriz Heinze, Jovita Menéndez y Gladys Pérez.

El nombre olvidado
El nombre de “La Liebre” poco a poco fue dejándose de lado. Se conocía el lugar comúnmente como “el fondo”, por ser el punto terminal de la línea de colectivos y no tener salida hacia otras direcciones. La actual municipalidad de Ituzaingó lo designa como La Tradición, pero para la gente tal denominación es inexistente.

El barrio crece
A partir de 1960, año en que muchas nuevas familias llegan a asentarse en “el fondo”, se produce un crecimiento importante: sala de primeros auxilios, escuelas, sociedad de fomento. Una mayor población conlleva la aparición de instituciones diversas. Cuando la Escuela Apostólica (hoy Instituto Inmaculada) se traslada a Castelar, se instala allí el Colegio Lourdes, perteneciente a la Congregación de los Oblatos.


Colegio Nuestra Sra. de Lourdes. Foto: Carlos Consiglio, 1998.

Gruta de Ntra. Sra. de Lourdes. Foto: Carlos Consiglio


El mismo año en un terreno contiguo se inaugura una sala de primeros auxilios, mediante la donación del Sr. Gorkin, como homenaje a su esposa Elena. La misma se halla en funcionamiento hasta la actualidad.
En 1965 se abre la Escuela Provincial N° 87, en la calle Del Cabestro y Lorenzo Caro. Allí tuvo destacada actuación desde 1966 el educador Nicolás Levaggi. Llegó como Director y ante la falta de aulas y el aumento de la matrícula gestionó y obtuvo coches tranvía en desuso que usó para tal fin. En 1967 creó una escuela para adultos en el mismo local y en turno vespertino, incentivando en forma personal a quienes no hubiesen asistido a la escuela, a hacerlo y concluir sus estudios primarios. Levaggi fue también el artífice del Jardín de Infantes ubicado a una cuadra de la Escuela, en Lorenzo Caro y Tabaré, compró el terreno con sus ahorros personales a Marina Núñez, que se lo vendió a un precio muy módico. Con el aporte del vecindario, logró llevar adelante su proyecto que fue inaugurado en 1976, bautizado en homenaje a su madre “Guillermina F. de Levaggi”.
“En Udaondo, siempre pude cumplir mis objetivos gracias al esfuerzo de las mujeres, mis grandes colaboradoras”. (testimonio de Nicolás Levaggi.


El frente de la vieja escuela 87 (hoy 13) "Alejandro Aguado". Al comienzo la bandera se izaba en una rama del sauce aledaño (gentileza N. Levaggi)

Levaggi en 1969 con los adultos del turno vespertino de la escuela por él creada y que funcionaba en el local de la primaria (gentileza N. Levaggi)


Levaggi con el Sr. Kasdorf, de la empresa láctea del mismo nombre, que efectuaba donaciones para la copa de leche de la escuela. Foto de 1967 (gentileza N. Levaggi).

El local actual de la escuela ex 87, en Del Cabestro y Lorenzo Caro. Foto: Carlos Consiglio, 1998.


Vista del Jardín fundado por Levaggi en Lorenzo Caro y Tabaré, cuyo número era el 19, luego 919 (partido de Morón) y hoy 903 de Ituzaingó. Foto: Carlos Consiglio, 1998.


El asfalto de la calle Julián Balbín
Los dos ejes viales del barrio son: De la Tradición y Balbín. Sobre la primera recordamos palabras de Osvaldo Arias: “Cuando era de tierra formamos con el padre Domínguez, uno de los primeros curitas recibidos en La Inmaculada, una especie de sociedad de fomento para arreglar el barrio. Fuimos a La Plata  para pedir por esta calle que era muy importante pues unía el norte con el sur y permitía tomar la ruta 7 sin ir hasta Morón”.
Balbín por su parte permitía la entrada de este a oeste; tuvo encascotados por los años 50, pero la capa asfáltica llegaría solo en 1977. Muchos años de lucha de una comisión vecinal obtuvieron que la provincia interviniera para concretar la obra.
“El gobernador le dio orden al Intendente de que realmente buscara una solución. Merino firmó un acta de compromiso con la comisión: él pondría la mano de obra y los frentistas los materiales. Trabajamos enormemente para juntar el dinero; teníamos resistencias. Finalmente terminamos la obra y para ese entonces quedábamos tres mujeres a cargo de la comisión: Marina Núñez, Elvira García  yo, acompañadas por ese hombre fuera de serie que fue Nicolás Levaggi”. (testimonio de Luisa P. de Macagno).

Esta foto nos muestra a los entusiasmados vecinos cuando lograron hacer el primer encascotado de Balbín en la década del 50 (gentileza O. Demichelis)


Como vemos, nada hay nuevo bajo el sol… actitudes mezquinas, falta de fondos municipales, en fin, después todos aprovechan los logros de quienes se esfuerzan y luchan hasta el final.
El asunto es que tal asfalto permitió la circulación de otra línea de transporte (ya retirada), facilitando el acceso a la escuela y al jardín de infantes mediante el mejorado, hasta la esquina de éste.

La capa de material negro en Julián Balbín, de La Tradición hacia el fondo, año 1977. (gentileza Luisa Macagno), foto tomada por la Municipalidad de Morón.

Marina Núñez y Luisa Macagno, algunas de las mujeres de gran empuje en los emprendimientos vecinales. (gentileza L. M.)

En el festejo por el asfalto, el vicecomodoro Pires recibe un presente floral. Había motorizado, al parecer, las gestiones pertinentes. Observan: M. Núñez, L. Macagno y N. Levaggi. (gentileza Luisa Macagno).

Elena Greus y Daniel J. Galst lucen las remeras impresas con el recién estrenado escudo de Udaondo. (Foto: Rolando Canteros).



Tiempos recientes
Muchas de las viejas quintas fueron vendidas a instituciones, clubes y colegios, lo que ha preservado en buena parte la forestación. Se instalaron comercios de variados rubros. Fuera del Instituto Lourdes, no había una escuela secundaria estatal, por lo que los estudiantes se desplazaban hasta Castelar y Morón. Finalmente se logró abrir la escuela media N° 16, actual 3, después de largas y tediosas gestiones. No tenía local, por lo cual funcionó primero en un espacio prestado por el Lourdes, luego en la Sociedad de Fomento, después en un viejo chalecito por demás inadecuado, hasta que finalmente pasó a formar parte del Complejo Educativo en Los Cardales, cuando se oficializa la cesión de la fracción correspondiente por parte del INTA a la Dirección de Escuelas de la Provincia (13 años de gestiones). Se encuentra hoy los “campus” del Colegio Santo Domingo de Ramos Mejía y del Colegio Ugo Fóscolo de Ituzaingó; la Asoc. Del Personal Legislativo y el Club del Bosque.

Fiestas patronales
A partir de 1994 comenzaron a celebrarse, ya que por iniciativa de un grupo de vecinos del pueblo (Nelly de Soraci, Teresa Fumega y otros) acompañados por el delegado municipal Raúl Fernández, se colocó bajo la advocación de María en la figura de Ntra. Sra. De Lourdes, a nuestra localidad. Al mismo tiempo se gestionaba el reconocimiento del escudo creado por Teresa Fumega como símbolo de Villa Udaondo.


Fiestas Patronales de Udaondo, 1997. Fotos: Rolando Canteros



La radio
En 1987 comenzó a transmitir una FM local que luego de salir al aire con diversas denominaciones, en 1989 tomó el de FM Udaondo, al servicio de la comunidad. Está ubicada en Frers entre De la Tradición y Gauchos de Güemes y está dirigida por Edgardo Mateo.

Agradecimientos: O. Arias, O. Demichelis, José I. Ansorena, Antonio Aznar García, Jovita Menéndez, Rolando Goyaud, Ricardo Passano, B. Pienn, M. Arias, Luisa Macagno, Nicolás Levaggi, Daniel Brondo.